¿El emprendedurismo social ha llegado a su fin?

28.08.2014 | Gestión

Pamela Hartigan trabaja desde hace 20 años promoviendo el emprendedurismo social en EE.UU. y América Latina. Desde su columna en el blog de Oxfam nos presenta un nuevo debate en torno al futuro de los emprendedores sociales: ¿han perdido su espíritu innovador? ¿Han sido asimilados por el sistema económico tradicional? Hartigan se atreve a decir que el término "emprendimiento social" cumplió su cometido y ha quedado obsoleto.


Pamela Hartigan fue la primera directora general de la Fundación Schwab para el Emprendimiento Social, una entidad respaldada por el fundador del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab y su esposa Hilde. Durante años acompañó a los emprendedores y colaboró para que tengan acceso a las redes del mundo empresarial, por ejemplo a través del Foro de Davos. Actualmente Hartigan es directora del Centro Skoll para emprendedores sociales. 

En el blog de Oxfam comenta sobre su experiencia: “la primera vez que escuché el termino emprendedor social pensé que se refería a empresarios a los que les gustaba la fiesta. Eso fue hace unos veinte años, cuando el tema estaba empezando a emerger, acuñado por Bill Drayton, fundador de Ashoka. Ashoka fue la primera entidad que identificó y apoyó a innovadores con "ideas audaces" que buscaban cambiar el mundo… Hace veinte años me enamoré de la idea del "empresariado social", su promesa, y sobre todo, de las historias de estos campeones. Ellos no tomaban un NO como respuesta, un "esto no se puede hacer". Lo encaraban como un elemento de disuasión, de hecho algunos de ellos decían que 'lo imposible' era su llamada a la acción".

Hartigan reflexiona de manera crítica sobre la evolución del emprendedurismo social y argumenta que con los años ha perdido su enfoque de innovación y de cambio en el sistema económico que constituían su esencia y principal virtud. Las empresas sociales se han diluido en el complejo industrial y económico tradicional. A medida que se multiplicaban los emprendedores sociales por todas partes del mundo se abría la pregunta acerca de si la única forma de escalar era volverse parte del sistema de mercado tradicional.

Para Hartigan esta cuestión es clave a la hora de trabajar en el impulso del emprendimiento, sobre todo desde la academia donde ahora ejerce mayor influencia. Como especialista considera que es muy difícil alcanzar una transformación profunda en los sistemas económicos y sociales desde las organizaciones sociales o desde formatos de empresas "híbridas". El camino, afirma, es a través de los negocios.

Hartigan se siente cada día más incómoda con el término "emprendimiento social" y su principal actor el "emprendedor social" y sostiene firmemente que es necesario que todo el sector privado se ponga la camiseta de emprendedor social, en un sentido amplio. 

“La forma en que ha operado el mundo de los negocios en los últimos 50 años debe ser interrumpida y transformada. No vamos a sobrevivir como sociedad o como planeta si no derribamos los muros que compartimentan y separan la actividad económica de la social y ambiental. Es por eso que ahora estoy trabajando desde la escuela de negocios para cambiar la forma como educamos a los empresarios”.

Pamela Hartigan se atreve a decir que el término "emprendimiento social" cumplió su cometido y ha quedado obsoleto. “En un primer momento servía para explicar qué tipo de práctica empresarial responsable estábamos buscando alentar, pero hoy solo sirve para dicotomizar la práctica empresarial y crear una falsa división entre lo "social "y lo "comercial",  entre hacer dinero y hacer el bien. Y eso es exactamente lo que está mal con el capitalismo hoy en día.”

Hartigan prefiere exigir responsabilidad social a las empresas en lugar de promover la visión económica en personas con ideales sociales. Para ella la clave del capitalismo sostenible es alcanzar beneficios razonables en lugar de maximizar las ganancias.

“En el sistema actual, un segmento de la sociedad está tratando de maximizar los beneficios sin preocuparse por el impacto en el bienestar de la sociedad en su conjunto, mientras que otro segmento de las organizaciones sociales tienen que lidiar con los desafíos sociales. El sistema así no está funcionando.”