Informe sobre la presencia de la mujer en el mundo laboral

08.06.2011 | Europa

 

Según CEPES (Confederación Empresarial Española de Economía Social) la presencia de la mujer en las empresas de la Economía Social es significativa, de manera que en las cooperativas (46% mujeres y 54% hombres) y en las empresas de inserción (48% mujeres y 52% hombres) está prácticamente igualada, en los centros especiales de empleo la diferencia es mayor, no obstante, están mejor situadas que en las empresas tradicionales del mercado ordinario (38% mujeres y 62% hombres). 
La situación de la mujer cooperativista rural es distinta (20% mujeres y 80% hombres), sin embargo, con la reciente aprobación en el Consejo de Ministros que regula la titularidad compartida en las explotaciones agrarias se da un paso más en el reconocimiento de las mujeres en el ámbito rural. Las ayudas, pagos, derechos de producción, primas, cuotas u otras medidas de efecto equivalente que correspondan al titular de la explotación se atribuirán conjuntamente a los cotitulares que hayan comunicado a la Administración competente la existencia de dicha cotitularidad.

Según CEPES (Confederación Empresarial Española de Economía Social) la presencia de la mujer en las empresas de la Economía Social es significativa, de manera que en las cooperativas (46% mujeres y 54% hombres) y en las empresas de inserción (48% mujeres y 52% hombres) está prácticamente igualada, en los centros especiales de empleo la diferencia es mayor, no obstante, están mejor situadas que en las empresas tradicionales del mercado ordinario (38% mujeres y 62% hombres). La situación de la mujer cooperativista rural es distinta (20% mujeres y 80% hombres), sin embargo, con la reciente aprobación en el Consejo de Ministros que regula la titularidad compartida en las explotaciones agrarias se da un paso más en el reconocimiento de las mujeres en el ámbito rural. Las ayudas, pagos, derechos de producción, primas, cuotas u otras medidas de efecto equivalente que correspondan al titular de la explotación se atribuirán conjuntamente a los cotitulares que hayan comunicado a la Administración competente la existencia de dicha cotitularidad.


 

Tal y como demuestra la reciente comunicación de la Comisión Europea sobre la Igualdad de Mujeres y Hombres 2009, las condiciones laborales de las mujeres siguen siendo peores que las de los hombres. En su comunicación, la Comisión informa que si bien se ha avanzado en el objetivo del Tratado de Lisboa de “más puestos de trabajo”, el desarrollo no ha sido paralelo en el objetivo de “mejores puestos de trabajo”, especialmente para las mujeres, ya que trabajan más a tiempo parcial que los hombres, abundan más en los trabajos y sectores menos valorados; por término medio están peor pagadas que los hombres y ocupan un número menor de puestos de responsabilidad.
El informe continúa afirmando que “la dificultad para lograr un equilibro entre la vida laboral y familiar es uno de los principales obstáculos al empleo de las mujeres y al desarrollo de su carrera. La  persistencia de estereotipos sexistas restringe las opciones de estudios y carreras de las mujeres y de los hombres, lo que conduce a un mercado laboral segregado por motivos de género. Asimismo, es probable que la desaceleración económica afecte más a las mujeres que a los hombres, porque ocupan con mayor frecuencia trabajos precarios”.
Todo ello tiene consecuencias negativas en la vida de las mujeres: se enfrentan  a desventajas respecto a los hombres en cuanto a su salario, el desarrollo de su carrera y los derechos de pensión acumulados, lo que supone un mayor riesgo de pobreza y exclusión social, sobre todo para las familias monoparentales, en su mayoría a cargo de mujeres, así como para las mujeres mayores de 65 años.
Los distintos pasos que se están dando para mejorar las condiciones laborales de las mujeres son importantes, pero también es necesario que dicho interés, ampliamente compartido por la sociedad y el Estado, se traslade a los empresarios, que son los que en muchas ocasiones pueden incidir con sus decisiones sobre las condiciones laborales de sus empleados.
La Economía Social, tal y como demuestran los datos, supone un modelo de empresa distinto que integra valores diferentes a la empresa tradicional. Aúna criterios de competencia y competitividad con igualdad, y es un ejemplo de integración que debería ser considerado motor del nuevo sistema productivo que recientemente se ha planteado.

Tal y como demuestra la reciente comunicación de la Comisión Europea sobre la Igualdad de Mujeres y Hombres 2009, las condiciones laborales de las mujeres siguen siendo peores que las de los hombres.

En su comunicación, la Comisión informa que si bien se ha avanzado en el objetivo del Tratado de Lisboa de “más puestos de trabajo”, el desarrollo no ha sido paralelo en el objetivo de “mejores puestos de trabajo”, especialmente para las mujeres, ya que trabajan más a tiempo parcial que los hombres, abundan más en los trabajos y sectores menos valorados; por término medio están peor pagadas que los hombres y ocupan un número menor de puestos de responsabilidad.

El informe continúa afirmando que “la dificultad para lograr un equilibro entre la vida laboral y familiar es uno de los principales obstáculos al empleo de las mujeres y al desarrollo de su carrera. La  persistencia de estereotipos sexistas restringe las opciones de estudios y carreras de las mujeres y de los hombres, lo que conduce a un mercado laboral segregado por motivos de género. Asimismo, es probable que la desaceleración económica afecte más a las mujeres que a los hombres, porque ocupan con mayor frecuencia trabajos precarios”.

Todo ello tiene consecuencias negativas en la vida de las mujeres: se enfrentan  a desventajas respecto a los hombres en cuanto a su salario, el desarrollo de su carrera y los derechos de pensión acumulados, lo que supone un mayor riesgo de pobreza y exclusión social, sobre todo para las familias monoparentales, en su mayoría a cargo de mujeres, así como para las mujeres mayores de 65 años.

Los distintos pasos que se están dando para mejorar las condiciones laborales de las mujeres son importantes, pero también es necesario que dicho interés, ampliamente compartido por la sociedad y el Estado, se traslade a los empresarios, que son los que en muchas ocasiones pueden incidir con sus decisiones sobre las condiciones laborales de sus empleados.

La Economía Social, tal y como demuestran los datos, supone un modelo de empresa distinto que integra valores diferentes a la empresa tradicional. Aúna criterios de competencia y competitividad con igualdad, y es un ejemplo de integración que debería ser considerado motor del nuevo sistema productivo que recientemente se ha planteado.