La comunicación en las fundaciones empresarias

22.09.2011 | Destacadas

La Dra. María Rigou y la Lic. M. Verónica Moreno han presentado el trabajo “La comunicación en las fundaciones empresarias. Reflexiones sobre el debate”. En el mismo se analiza cómo perciben las fundaciones empresarias y las organizaciones de apoyo de la sociedad civil la dimensión comunicacional de las primeras. ComunicaRSE presenta un resumen ejecutivo y el trabajo completo.


 

Las autoras construyeron tres tipos de relación para comprender el tema estudiado y, más específicamente, el pasaje del paradigma de la filantropía al de la inversión social privada.
El primer modelo, designado “de la financiación”, la fundación empresaria asume básicamente el rol de financiar, respondiendo al pedido de la organización de apoyo. El dinero donado se destina a la compra de bienes tangibles, o bien, a acciones muy simples que tratan de satisfacer algunas necesidades relevadas y valoradas por las organizaciones de apoyo. La ejecución de la acción -de carácter asistencial- también queda a cargo de estas últimas, que deberán rendir cuentas de cómo y en qué invirtieron el dinero recibido. De tal modo, es comprensible que este modelo no persiga ni genere una transformación social significativa. En este caso, la fundación donante se limita a rendir cuentas a sus accionistas. En concordancia, prefieren no comunicar sus acciones y, por lo tanto, éstas repercuten muy poco hacia el interior de las organizaciones involucradas y casi nada hacia el exterior de las mismas. No obstante, al seleccionar a la organización de apoyo, también colaboran con la imagen pública de esta última, ayudándola en su posicionamiento en el mercado filantrópico y, en última instancia, legitiman su accionar.
En el segundo modelo de relación, llamado “del acuerdo”, la fundación empresaria sigue financiando, pero ya no acciones sino programas y busca intervenir por medio del aporte de otros elementos que pueden producir resultados más relevantes en los proyectos sociales. Por ejemplo, puede contribuir mediante la transferencia de conocimientos y de “management” para trabajar sobre el fortalecimiento institucional del tercer sector u ofrecer sus recursos humanos y los de la empresa para colaborar con los programas realizados; etc.
Estas fundaciones difunden sus acciones y programas tanto interna como externamente y valoran la comunicación por su capacidad para promover una mayor identidad entre el personal y una mejor reputación corporativa hacia fuera de la organización. Si bien procuran hacer público su accionar, tienden a mostrar los logros obtenidos y a ocultar lo negativo o los obstáculos vivenciados. Estas organizaciones por lo general no tienen balances sociales; sin embargo, elaboran memorias o folletos institucionales. Además, sus publicaciones y sus sitios web poseen muy buen material visual, aunque -en algunos casos- las cifras no necesariamente dan cuenta clara de lo realizado. De tal modo, es dable afirmar que pareciera que la estrategia utilizada intenta persuadir más que informar.
El tercer modelo de relación es el “sistémico” y, a pesar que mantiene los roles anteriores, se caracteriza por sumar otros nuevos que van más allá de la ejecución de un programa conjunto. Es decir, el tipo sistémico no se reduce a la implementación de proyectos puntuales dirigidos a la comunidad, sino que intenta que el vínculo permita y favorezca un círculo beneficioso entre la multiplicidad de actores de la sociedad para así reflejar su búsqueda por el bien común.
Por ello, la comunicación pasa a tener un rol relevante ya que busca, además de lo que caracterizaba al tipo ideal anterior, sumar nuevas voluntades de personas y organizaciones a la relación. En otras palabras, los actores sociales involucrados procuran captar a otros que tengan intereses similares o que se sientan atraídos por la propuesta de trabajar mancomunadamente para el desarrollo sustentable de la sociedad. En el interior de las instituciones, a través de la comunicación, los actores sociales implicados en esta clase de vínculo promueven valores y movilizan al personal y a los accionistas.
Entonces, la política de comunicación procura distinguirse de la estrategia comunicacional de la compañía e intenta diferenciarse del marketing y de la publicidad y, al mismo tiempo, evita la promoción de productos o servicios y el impulso al consumo. La finalidad de las tácticas de este tipo ideal es generar la aglutinación de esfuerzos. En consecuencia, las fundaciones se caracterizan por la difusión de sus convocatorias a proyectos para poder captar la atención de otras organizaciones. Además, la divulgación de los programas realizados permite que la compañía sea reconocida en su condición de ciudadano corporativo y, a su vez, contribuye a la incidencia en la agenda pública.
Para ver el trabajo completo, pulsar aquí.

Las autoras construyeron tres tipos de relación para comprender el tema estudiado y, más específicamente, el pasaje del paradigma de la filantropía al de la inversión social privada.
El primer modelo, designado “de la financiación”, la fundación empresaria asume básicamente el rol de financiar, respondiendo al pedido de la organización de apoyo. El dinero donado se destina a la compra de bienes tangibles, o bien, a acciones muy simples que tratan de satisfacer algunas necesidades relevadas y valoradas por las organizaciones de apoyo. La ejecución de la acción -de carácter asistencial- también queda a cargo de estas últimas, que deberán rendir cuentas de cómo y en qué invirtieron el dinero recibido. De tal modo, es comprensible que este modelo no persiga ni genere una transformación social significativa. En este caso, la fundación donante se limita a rendir cuentas a sus accionistas. En concordancia, prefieren no comunicar sus acciones y, por lo tanto, éstas repercuten muy poco hacia el interior de las organizaciones involucradas y casi nada hacia el exterior de las mismas. No obstante, al seleccionar a la organización de apoyo, también colaboran con la imagen pública de esta última, ayudándola en su posicionamiento en el mercado filantrópico y, en última instancia, legitiman su accionar.

En el segundo modelo de relación, llamado “del acuerdo”, la fundación empresaria sigue financiando, pero ya no acciones sino programas y busca intervenir por medio del aporte de otros elementos que pueden producir resultados más relevantes en los proyectos sociales. Por ejemplo, puede contribuir mediante la transferencia de conocimientos y de “management” para trabajar sobre el fortalecimiento institucional del tercer sector u ofrecer sus recursos humanos y los de la empresa para colaborar con los programas realizados; etc.
Estas fundaciones difunden sus acciones y programas tanto interna como externamente y valoran la comunicación por su capacidad para promover una mayor identidad entre el personal y una mejor reputación corporativa hacia fuera de la organización. Si bien procuran hacer público su accionar, tienden a mostrar los logros obtenidos y a ocultar lo negativo o los obstáculos vivenciados. Estas organizaciones por lo general no tienen balances sociales; sin embargo, elaboran memorias o folletos institucionales. Además, sus publicaciones y sus sitios web poseen muy buen material visual, aunque -en algunos casos- las cifras no necesariamente dan cuenta clara de lo realizado. De tal modo, es dable afirmar que pareciera que la estrategia utilizada intenta persuadir más que informar.

El tercer modelo de relación es el “sistémico” y, a pesar que mantiene los roles anteriores, se caracteriza por sumar otros nuevos que van más allá de la ejecución de un programa conjunto. Es decir, el tipo sistémico no se reduce a la implementación de proyectos puntuales dirigidos a la comunidad, sino que intenta que el vínculo permita y favorezca un círculo beneficioso entre la multiplicidad de actores de la sociedad para así reflejar su búsqueda por el bien común.
Por ello, la comunicación pasa a tener un rol relevante ya que busca, además de lo que caracterizaba al tipo ideal anterior, sumar nuevas voluntades de personas y organizaciones a la relación. En otras palabras, los actores sociales involucrados procuran captar a otros que tengan intereses similares o que se sientan atraídos por la propuesta de trabajar mancomunadamente para el desarrollo sustentable de la sociedad. En el interior de las instituciones, a través de la comunicación, los actores sociales implicados en esta clase de vínculo promueven valores y movilizan al personal y a los accionistas.

Entonces, la política de comunicación procura distinguirse de la estrategia comunicacional de la compañía e intenta diferenciarse del marketing y de la publicidad y, al mismo tiempo, evita la promoción de productos o servicios y el impulso al consumo. La finalidad de las tácticas de este tipo ideal es generar la aglutinación de esfuerzos. En consecuencia, las fundaciones se caracterizan por la difusión de sus convocatorias a proyectos para poder captar la atención de otras organizaciones. Además, la divulgación de los programas realizados permite que la compañía sea reconocida en su condición de ciudadano corporativo y, a su vez, contribuye a la incidencia en la agenda pública.
Para ver el trabajo completo, pulsar aquí.