¿Qué impacto ha tenido la crisis económica sobre los proyectos de RSE de las empresas?
– La RSE no se puede recortar, es un aspecto inherente de la empresa, una forma de gestión. Lo vemos como algo integral, una manera de operar. Es una forma de basarse en principios y valores para que las cosas se den centradas en la persona.

¿Cómo define la RSE?
– Hay que responder que es a la persona por sí misma en sus tres dimensiones: el ser, en el sentido de autodesarrollo; el tener, lo que recibimos en cuestiones materiales –salarios, prestaciones, etcétera–; y trascender, los principios y valores, lo que le da anclaje, solidez y consistencia a la empresa.

Usted ha hablado en varias ocasiones de “la rentabilidad de los valores”. ¿En qué consiste y de qué manera se puede aplicar a la empresa?
– Partir de cada una de las partes relacionadas de la empresa: los inversionistas, los clientes, las personas que la integran y sus familias, proveedores, competidores, los gobiernos, la comunidad y el medio ambiente.

¿En qué áreas deben trabajar más?
– En nuestra relación con el Gobierno, como coadyuvar a ser mejores ciudadanos, y en el área de los competidores. Ahora que vivimos en una economía de mercado en la que la competencia es fundamental, hay que establecer todas las relaciones con la competencia como un grupo de pares que ayudan a la mejora de la regulación para tener una mejor sociedad.

¿Cree que algunas empresas utilizan el discurso de la RSE para “lavarse la cara” cuando en realidad siguen implementando políticas dañinas al medio ambiente y la comunidad?
– También se habla de la mercadotecnia social y a veces con cosas que no son tan trascendentes que se publicitan. Tiene que ser una visión integral. No podemos estar bien en un área y estar fallando en otra. Se tiene que avanzar en forma consistente en cada una de las partes relacionadas para ser mejores empresas y que la responsabilidad social sea una verdadera obligación.