"No hay muestras claras de verdadera RSE"

13.11.2012 | Entrevistas

El ingeniero Enrique Martínez dirigió durante 9 años el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) de Argentina. Desde allí tuvo una visión priviliegiada sobre la articulación entre Estado y empresa en el marco del desarrollo. Martínez explica en este dialógo con ComunicaRSE porqué cree que el capitalismo ha llegado a su umbral de fracaso y cómo se puede salir de esa encerrona. Considera que el desafío es construir una ética para “nosotros”, no para “los otros”. Evalúa los resultados de programas de promoción de la RSE, de la que tiene una mirada escpéptica, que impulsó como funcionario desde el INTI. Martínez hoy sigue reflexionando sobre la globalización y el equilibrio entre lucro y necesidades comunitarias desde Propuestas Viables.


¿Por qué considera que el capitalismo ha llegado a su umbral de fracaso?

Porque no puede asegurar la distribución mínima de ingresos que atienda las necesidades de un Estado de bienestar, ni siquiera en los países centrales. El grado de concentración de la economía es tal que obliga a los ganadores a despilfarrar el dinero en periódicas burbujas financieras, lo cual es un sin sentido absoluto.

¿Cómo debería ser el equilibrio entre lucro y las necesidades comunitarias en el marco de una economía global?

La historia está mostrando que los gobiernos deben mutar sus metas. En lugar de aspirar al crecimiento del producto como medida de su éxito, deben construir escenarios sociales que aseguren la satisfacción de las necesidades comunitarias, con participación de toda la comunidad en ese intento. Definitivamente, no basta con cobrar impuestos y financiar subsidios. Hay que lograr que todos y cada uno de los miembros de la comunidad satisfaga sus necesidades a través de su trabajo y eso lleva a modificar el sentido mismo de una gama amplia de emprendimientos productivos.

Alguna vez planteó que vender un producto basado en la publicidad a más de 10 veces su costo no es ilegal pero que cabía preguntarse sí era ético. ¿Dónde estaría el límite entre lo legal y lo ético en este caso? 

El concepto de la ética es difícil de asir. Si hay una conducta de los ganadores que creemos no ética, pero todos aspiramos a ser ganadores y consideramos natural que en tal caso cambie nuestra conducta, el problema no tiene solución. Nuestro desafío es construir una ética para “nosotros”, no para “los otros”. En tal caso, quedarían validadas regulaciones que impidan lo que se señala como ejemplo.

¿Cómo crear “sistemas económicos con nuevos valores más inclusivos” y qué rol le asigna al Estado y a las empresas en la creación de dicho sistema?

Las empresas capitalistas, organizadas alrededor de maximizar el lucro, no tienen manera de ser líderes de un cambio. Por el contrario, son los actores del fracaso social. Imagino que el Estado es responsable de organizar nuevos escenarios, que vayan de la periferia al centro, esto es: eliminando a través de la producción local las situaciones de pobreza que hay en casi toda provincia fuera de la Pampa Húmeda y a la vez encarando los conurbanos porteños, rosarino, cordobés y mendocino.

¿Cómo define a la “solidaridad tecnológica a escala internacional” y qué rol tendría en el desarrollo?

Es un tema central. Se trata de la capacidad y la voluntad de transferir tecnologías productivas desde ámbitos con cierto tejido productivo hacia las regiones y países que tengan un tejido más débil. Es algo que Argentina puede concretar con buena parte de Latinoamérica y África. No propongo hacerlo a título gratuito sino oneroso, así como Cuba exporta servicios educativos y médicos. Para ello, debe superar la obstinación de los exportadores argentinos que creen que solo la venta de bienes es lo que debe vincular al país con el resto del mundo.

Qué evaluación hace de la iniciativa que usted impulsó desde el INTI “Compromiso Social Compartido” que fue un acuerdo voluntario con empresas textiles impulsado desde el Estado.

Los resultados han sido pobres, porque solo el Ministerio de Defensa, durante la gestión Garré, se comprometió a impulsarlo en su ámbito. El resto del sector público no pasó de declaraciones. Los acuerdos con empresas privadas se diluyeron a medida que las empresas comprendieron que se trataba de una iniciativa del INTI, que no sería acompañada por un mayor rigor de las inspecciones laborales del Ministerio de Trabajo. Solo se podría volver a la carga con un horizonte que marcara el aumento de las sanciones por incumplimiento de la legislación.

¿Pueden los factores ambientales y sociales ser factores de competitividad?

No creo. Creo que estos factores deben pasar a ser valores internos de la sociedad, pero no factores de competencia comercial. Otra vez aparece el Estado. Desde allí se deben construir caminos que hagan que un adecuado tratamiento de los residuos o la protección de los desamparados sean valores propios de una sociedad, por fuera de los negocios.

¿Qué opinión le merece la irrupción del concepto de Responsabilidad Social Empresaria de los últimos años?

Creo que no hay muestras claras de verdadera RSE. Mas bien se trata de actividades pseudo asistenciales que ni siquiera compensan los daños directos e indirectos emergentes de la búsqueda del lucro sin límites y de la concentración empresaria a escala global.