Persiste desconfianza en sindicatos

25.07.2011 | América Latina

El primer informe sobre la línea base de Responsabilidad Social, publicado en el presente año por varias organizaciones, revela un dato que cuestiona la utilidad de los sindicatos en Ecuador. El estudio elaborado por la Catholic Relief Services, Care Internacional, IDE Business School y UNICEF, que recoge datos de 140 entidades gubernamentales, 892 empresas privadas y 80 organizaciones de la sociedad civil, informa que los sindicatos de trabajadores no son positivos.


 

Las cifras señalan que solo el 26% de las empresas privadas ve la gestión de los colectivos de trabajadores como positiva. Mientras que en el sector público su credibilidad es del 50%.
Mónica Torresano, una de las promotoras del estudio por parte del IDE, explica que esa resistencia en contra de los colectivos de trabajadores agremiados se origina en la década del 70, cuando los sindicatos ejercían una fuerte presión en contra de las empresas. “Esa imagen, de alguna forma, hace que no haya una percepción positiva de los sindicatos”, dice.
Entre los cuestionamientos que las instituciones le hacen a las agremiaciones están que no dan valor agregado a la empresa, son cargas, existe corrupción en los citados grupos y, además, frenan la producción. “En países de Europa el sindicato es visto como una entidad que ayuda a mejorar las relaciones entre colaboradores y empleadores, tiene un rol diferente”, precisa.
El titular de la Federación de Trabajadores del Guayas, Kléber Alvarado, es uno de los representantes del gremio laboral que tiene fuertes críticas en contra de esa concepción. Para él, actualmente los sindicatos son catalogados como malos porque el sector que representa exige que los patronos cumplan lo estipulado en el Código de Trabajo y en la Constitución Política del Ecuador. “Por eso estamos mal vistos. Por eso hay un divorcio entre la presidencia y el sector empresarial, porque se pide el respeto de los derechos laborales”, opina.
Según el líder sindical durante mucho tiempo se puso una camisa de fuerza a los trabajadores con el fin de explotarlos debido a que la dirigencia de antaño no luchó por sus derechos. “El trabajador hoy asume otro rol como lo manda la Constitución y las normas internacionales”, sostiene.
Hay sectores empresariales cuya percepción de las agremiaciones de trabajadores no es mala. Desde el sector privado, Patricio Donoso, del Comité Empresarial Ecuatoriano, considera que el sindicalismo en el mundo es absolutamente necesario y válido cuando trabaja en beneficio de los logros y consecuciones de los derechos de los trabajadores. Pero es malo cuando los dirigentes solo piensan en beneficiarse.
Para Donoso ese abuso se da en el momento en que se presiona para que se firmen contratos públicos onerosos. “Sobre todo eso se produce en el sector público, no en el privado. Hay contratos colectivos que perjudican al resto de trabajadores del país. Eso es muy caro para el Estado”, critica.
Sin embargo, identifica que en el país sí hay sindicatos responsables que se preocupan por la construcción del país, conducir productos y bienes y servicios. “Pero hay otros que exageran y se tornan en mecanismo de chantaje”.
El rector del Tecnológico Argos, Carlos Morlás, indica que el concepto del sindicalismo en sí es positivo, no solo para representar al trabajador en algún problema que tenga con la empresa, sino también para brindar servicio.
Él señala que el problema está en que no existe una regulación clara de los sindicatos. “Hay que regularlos. Es como la tercerización, que en sí no es mala, lo que hubo fue abuso de algunas compañías, no de todas y obviamente la tumbaron. No era la medida derogarla sino controlarla”, cree el catedrático.
(El Telégrafo)

Las cifras señalan que solo el 26% de las empresas privadas ve la gestión de los colectivos de trabajadores como positiva. Mientras que en el sector público su credibilidad es del 50%.
Mónica Torresano, una de las promotoras del estudio por parte del IDE, explica que esa resistencia en contra de los colectivos de trabajadores agremiados se origina en la década del 70, cuando los sindicatos ejercían una fuerte presión en contra de las empresas. “Esa imagen, de alguna forma, hace que no haya una percepción positiva de los sindicatos”, dice.
Entre los cuestionamientos que las instituciones le hacen a las agremiaciones están que no dan valor agregado a la empresa, son cargas, existe corrupción en los citados grupos y, además, frenan la producción. “En países de Europa el sindicato es visto como una entidad que ayuda a mejorar las relaciones entre colaboradores y empleadores, tiene un rol diferente”, precisa.

El titular de la Federación de Trabajadores del Guayas, Kléber Alvarado, es uno de los representantes del gremio laboral que tiene fuertes críticas en contra de esa concepción. Para él, actualmente los sindicatos son catalogados como malos porque el sector que representa exige que los patronos cumplan lo estipulado en el Código de Trabajo y en la Constitución Política del Ecuador. “Por eso estamos mal vistos. Por eso hay un divorcio entre la presidencia y el sector empresarial, porque se pide el respeto de los derechos laborales”, opina.
Según el líder sindical durante mucho tiempo se puso una camisa de fuerza a los trabajadores con el fin de explotarlos debido a que la dirigencia de antaño no luchó por sus derechos. “El trabajador hoy asume otro rol como lo manda la Constitución y las normas internacionales”, sostiene.

Hay sectores empresariales cuya percepción de las agremiaciones de trabajadores no es mala. Desde el sector privado, Patricio Donoso, del Comité Empresarial Ecuatoriano, considera que el sindicalismo en el mundo es absolutamente necesario y válido cuando trabaja en beneficio de los logros y consecuciones de los derechos de los trabajadores. Pero es malo cuando los dirigentes solo piensan en beneficiarse.
Para Donoso ese abuso se da en el momento en que se presiona para que se firmen contratos públicos onerosos. “Sobre todo eso se produce en el sector público, no en el privado. Hay contratos colectivos que perjudican al resto de trabajadores del país. Eso es muy caro para el Estado”, critica.

Sin embargo, identifica que en el país sí hay sindicatos responsables que se preocupan por la construcción del país, conducir productos y bienes y servicios. “Pero hay otros que exageran y se tornan en mecanismo de chantaje”.
El rector del Tecnológico Argos, Carlos Morlás, indica que el concepto del sindicalismo en sí es positivo, no solo para representar al trabajador en algún problema que tenga con la empresa, sino también para brindar servicio.
Él señala que el problema está en que no existe una regulación clara de los sindicatos. “Hay que regularlos. Es como la tercerización, que en sí no es mala, lo que hubo fue abuso de algunas compañías, no de todas y obviamente la tumbaron. No era la medida derogarla sino controlarla”, cree el catedrático.
(El Telégrafo)