Petroleras replantean su incursión en la energía renovable

14.06.2011 | Contratapa

Las dos grandes petroleras británicas limitan sus inversiones en el negocio eólico y solar, para centrarse en el posible desarrollo de biocombustibles y en la captura de CO2.


 

BP y Shell han acometido en los últimos meses un replanteamiento de su presencia en el sector de las energías renovables, alimentando el debate sobre si las grandes petroleras tienen interés real en invertir en ese negocio. Los dos grupos británicos, que desde hace años promocionan su imagen como abanderados de la energía limpia, han limitado drásticamente su inversión en activos eólicos y solares, para enfocarse al desarrollo de biocombustibles y de técnicas para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en instalaciones industriales. Fuentes del sector energético creen que el reposicionamiento de BP y Shell tiene lógica por su expectativa de que petróleo, gas y carbón sigan siendo la principal fuente de energía a medio plazo. Shell prevé que esos combustibles fósiles todavía sigan aportando entre el 58% y el 63% de la demanda de energía global en 2050, frente al 80% actual. Curiosamente, Shell cree que el carbón será la mayor fuente de energía a mitad de siglo, lo que explica su trabajo en la captura de CO2, que reduciría las emisiones de centrales que queman esa materia prima. Grupos ecologistas han aprovechado esas maniobras para acusar a las petroleras de utilizar su supuesto compromiso con las energías renovables como un simple mensaje propagandístico. “Estamos acostumbrados a que las grandes petroleras utilicen pequeñas inversiones en renovables para tapar que su gran negocio sigue siendo la extracción de crudo”, indican en Greenpeace.
Paso atrás
Una de las consecuencias más visibles en España de ese cambio de estrategia es el anunciado cierre de la fábrica de paneles solares de BP en Madrid. En Reino Unido, las petroleras han renunciado a invertir en parques eólicos, y especialmente sonado ha sido el abandono por parte de Shell del consorcio que quiere desarrollar el mayor parque eólico marino del mundo, en el estuario del río Támesis.
Las compañías replican que su compromiso con el fomento de la energía limpia sigue vivo, y que sus últimas decisiones responden a una adaptación a los cambios en el entorno económico y regulatorio. “Nuestra estrategia en energía alternativa consiste en invertir de una manera selectiva y disciplinada en áreas donde podemos alcanzar una buena ventaja competitiva”, asegura Tony Hayward, consejero delegado de BP. Esta empresa ha decidido concentrar su producción de paneles solares en regiones de bajo coste como Asia, sólo va a promover parques eólicos en Estados Unidos, y su principal proyecto en biocombustibles está localizado en Brasil. En 2009, BP invertirá entre 500 millones y 1.000 millones de dólares en energías alternativas, frente a los 1.400 millones de 2008.
Shell ha descartado casi totalmente nuevas inversiones en los negocios solar y eólico. Linda Cook, responsable de la división de gas y electricidad del grupo, indicó el mes pasado que la empresa tiene “otras opciones más interesantes de inversión”. Entre 2004 y 2008, el grupo ha invertido 1.500 millones de dólares en energía alternativa, pero en palabras del consejero delegado de Shell, Jeroen van der Veer, “la empresa está cambiando el foco de su portfolio alternativo”. El principal objetivo de Shell es el desarrollo de técnicas para capturar el CO2 que emiten instalaciones industriales y centrales eléctricas, para su posterior almacenamiento en depósitos bajo tierra o bajo el subsuelo marino.
Razones de estrategia
El segundo motivo para el giro de estrategia es que las petroleras esperan más rentabilidad en sus inversiones en extraer crudo que en un negocio renovable que sigue dependiendo de ayudas públicas. Según Tony Hayward, el sector deberá invertir 26 billones de dólares hasta 2030 para atender la demanda de crudo y gas, que seguirá creciendo y elevando los precios del barril.
La última razón para la marcha atrás es que energías renovables como la solar y eólica sirven para producir electricidad, negocio alejado de la cadena de actividades del sector, que comienza con la exploración y producción de crudo y gas, y sigue con su refino para crear carburantes y su posterior distribución.
(Expansión)

BP y Shell han acometido en los últimos meses un replanteamiento de su presencia en el sector de las energías renovables, alimentando el debate sobre si las grandes petroleras tienen interés real en invertir en ese negocio.

Los dos grupos británicos, que desde hace años promocionan su imagen como abanderados de la energía limpia, han limitado drásticamente su inversión en activos eólicos y solares, para enfocarse al desarrollo de biocombustibles y de técnicas para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en instalaciones industriales. Fuentes del sector energético creen que el reposicionamiento de BP y Shell tiene lógica por su expectativa de que petróleo, gas y carbón sigan siendo la principal fuente de energía a medio plazo. Shell prevé que esos combustibles fósiles todavía sigan aportando entre el 58% y el 63% de la demanda de energía global en 2050, frente al 80% actual.

Curiosamente, Shell cree que el carbón será la mayor fuente de energía a mitad de siglo, lo que explica su trabajo en la captura de CO2, que reduciría las emisiones de centrales que queman esa materia prima. Grupos ecologistas han aprovechado esas maniobras para acusar a las petroleras de utilizar su supuesto compromiso con las energías renovables como un simple mensaje propagandístico. “Estamos acostumbrados a que las grandes petroleras utilicen pequeñas inversiones en renovables para tapar que su gran negocio sigue siendo la extracción de crudo”, indican en Greenpeace.

Paso atrás
Una de las consecuencias más visibles en España de ese cambio de estrategia es el anunciado cierre de la fábrica de paneles solares de BP en Madrid. En Reino Unido, las petroleras han renunciado a invertir en parques eólicos, y especialmente sonado ha sido el abandono por parte de Shell del consorcio que quiere desarrollar el mayor parque eólico marino del mundo, en el estuario del río Támesis.

Las compañías replican que su compromiso con el fomento de la energía limpia sigue vivo, y que sus últimas decisiones responden a una adaptación a los cambios en el entorno económico y regulatorio. “Nuestra estrategia en energía alternativa consiste en invertir de una manera selectiva y disciplinada en áreas donde podemos alcanzar una buena ventaja competitiva”, asegura Tony Hayward, consejero delegado de BP. Esta empresa ha decidido concentrar su producción de paneles solares en regiones de bajo coste como Asia, sólo va a promover parques eólicos en Estados Unidos, y su principal proyecto en biocombustibles está localizado en Brasil. En 2009, BP invertirá entre 500 millones y 1.000 millones de dólares en energías alternativas, frente a los 1.400 millones de 2008.

Shell ha descartado casi totalmente nuevas inversiones en los negocios solar y eólico. Linda Cook, responsable de la división de gas y electricidad del grupo, indicó el mes pasado que la empresa tiene “otras opciones más interesantes de inversión”. Entre 2004 y 2008, el grupo ha invertido 1.500 millones de dólares en energía alternativa, pero en palabras del consejero delegado de Shell, Jeroen van der Veer, “la empresa está cambiando el foco de su portfolio alternativo”. El principal objetivo de Shell es el desarrollo de técnicas para capturar el CO2 que emiten instalaciones industriales y centrales eléctricas, para su posterior almacenamiento en depósitos bajo tierra o bajo el subsuelo marino.

Razones de estrategia
El segundo motivo para el giro de estrategia es que las petroleras esperan más rentabilidad en sus inversiones en extraer crudo que en un negocio renovable que sigue dependiendo de ayudas públicas. Según Tony Hayward, el sector deberá invertir 26 billones de dólares hasta 2030 para atender la demanda de crudo y gas, que seguirá creciendo y elevando los precios del barril.

La última razón para la marcha atrás es que energías renovables como la solar y eólica sirven para producir electricidad, negocio alejado de la cadena de actividades del sector, que comienza con la exploración y producción de crudo y gas, y sigue con su refino para crear carburantes y su posterior distribución.

(Expansión)