¿Podrán las corporaciones liderar el problema del calentamiento global?

02.09.2011 | Destacadas

Es ingenuo pensar que las corporaciones sacrificarán sus ganancias para combatir el cambio climático. Las empresas que se están sumando a la "onda verde" para mejorar su imagen pública, o para bajar sus costos están siendo inteligentes, no virtuosas. Esto afirma Robert B. Reich en un artículo publicado por The American Prospect. Reich es Profesor de Políticas Públicas en la Goldman School de Políticas Públicas de la Universidad de Berkeley en California, y tiene una postura escéptica acerca del rol de las empresas en la lucha por un medio ambiente sano.


 

La campaña que inició Al Gore contra el calentamiento global, por la cual acaba de recibir el premio Nobel de la Paz, ha motivado a muchas corporaciones a sumarse a la "onda verde" y volverse simpatizantes del medio ambiente. Pero estas compañías ¿merecen ser premiadas? ¿Podemos confiar en que sean las corporaciones las que lideren el camino para resolver los problemas del calentamiento global? La respuesta es: No, no y no.
Gore merece los premios y las felicitaciones, pero es absurdo premiar a las corporaciones que se suman al movimiento verde. Consideremos a British Petroleum, que unos pocos años atrás acortó su nombre por "BP" y se ha promovido a sí misma mediante una campaña de 200 millones de dólares, como una compañía petrolera tan amigable con el medio ambiente que irá "Beyond Petroleum" ("Mas Allá del Petróleo "; o sea que BP-British Petroleum pasa a presentarse como BP-"Beyond Petroleum", N de la T). Aunque hasta el momento ha invertido solo una pequeña fracción de sus ganancias petroleras en combustibles no fósiles, y ha causado el peor derrame de petróleo en la historia de Alaska. Volverse "verde" para las relaciones públicas podrá ayudar al balance corporativo, pero no ayudará al medio ambiente.
Otras compañías se están sumando a la "onda verde" porque les permite ahorrar dinero. Utilizando nuevas tecnologías de limpieza, por ejemplo, Dow Chemical ha reducido sus costos en energía y a la vez redujo las emisiones de carbono. Reemplazando sus envases plásticos hechos con petróleo por nuevos envases plásticos biodegradables hechos a partir de derivados del maíz, Wal Mart también reduce sus costos. Alcoa ahorra unos cientos de millones de dólares al año reduciendo su uso de energía y, de ese modo, ayuda al medio ambiente. Yo creo que está muy bien que estas y otras compañías reduzcan sus costos y aumenten sus ganancias, pero esto es a lo que se dedican las empresas. Es lo que se llama buen gerenciamiento.
Algunos bancos inversores y firmas de capitales de riesgo se han sumado a la onda verde, adelantándose a las inevitables regulaciones que darán ganancia a quienes se ocupen de los problemas del medio ambiente y que, a la vez, reducirán los rendimientos de las compañías que no se ocupen de dichos temas. Goldman Sachs recientemente empujó a TXU, una gran compañía de energía de Texas, a reducir el número de plantas de combustión de carbón que planeaba construir, porque anticipó que habría estrictas regulaciones sobre ese tipo de plantas. No es que Goldman haya tenido un accionar comprometido con el ambiente, sino que simplemente se preocupaba por cuidar su dinero.
En el marco de un capitalismo súper competitivo, lo que he llamado "supercapitalismo", es ingenuo pensar que las corporaciones sacrificarán sus ganancias y las de sus accionistas para combatir el calentamiento global. Las firmas que se están sumando a la "onda verde" para mejorar su imagen pública, o para bajar sus costos, o para anticiparse a las regulaciones, están siendo astutas, no virtuosas.
Por lo tanto, no esperemos que las compañías lideren las acciones responsables que haya que tomar sobre el calentamiento global. Ese es un trabajo del gobierno. Y la próxima vez que escuchen que una compañía haga alarde acerca de cuán amigable es con el medio ambiente, contengan el aplauso.
Esta columna es una adaptación del comentario semanal que realiza Reich en American´s Public Radio´s Marketplace.

La campaña que inició Al Gore contra el calentamiento global, por la cual acaba de recibir el premio Nobel de la Paz, ha motivado a muchas corporaciones a sumarse a la "onda verde" y volverse simpatizantes del medio ambiente. Pero estas compañías ¿merecen ser premiadas? ¿Podemos confiar en que sean las corporaciones las que lideren el camino para resolver los problemas del calentamiento global? La respuesta es: No, no y no.

Gore merece los premios y las felicitaciones, pero es absurdo premiar a las corporaciones que se suman al movimiento verde. Consideremos a British Petroleum, que unos pocos años atrás acortó su nombre por "BP" y se ha promovido a sí misma mediante una campaña de 200 millones de dólares, como una compañía petrolera tan amigable con el medio ambiente que irá "Beyond Petroleum" ("Mas Allá del Petróleo "; o sea que BP-British Petroleum pasa a presentarse como BP-"Beyond Petroleum", N de la T). Aunque hasta el momento ha invertido solo una pequeña fracción de sus ganancias petroleras en combustibles no fósiles, y ha causado el peor derrame de petróleo en la historia de Alaska. Volverse "verde" para las relaciones públicas podrá ayudar al balance corporativo, pero no ayudará al medio ambiente.

Otras compañías se están sumando a la "onda verde" porque les permite ahorrar dinero. Utilizando nuevas tecnologías de limpieza, por ejemplo, Dow Chemical ha reducido sus costos en energía y a la vez redujo las emisiones de carbono. Reemplazando sus envases plásticos hechos con petróleo por nuevos envases plásticos biodegradables hechos a partir de derivados del maíz, Wal Mart también reduce sus costos. Alcoa ahorra unos cientos de millones de dólares al año reduciendo su uso de energía y, de ese modo, ayuda al medio ambiente. Yo creo que está muy bien que estas y otras compañías reduzcan sus costos y aumenten sus ganancias, pero esto es a lo que se dedican las empresas. Es lo que se llama buen gerenciamiento.

Algunos bancos inversores y firmas de capitales de riesgo se han sumado a la onda verde, adelantándose a las inevitables regulaciones que darán ganancia a quienes se ocupen de los problemas del medio ambiente y que, a la vez, reducirán los rendimientos de las compañías que no se ocupen de dichos temas. Goldman Sachs recientemente empujó a TXU, una gran compañía de energía de Texas, a reducir el número de plantas de combustión de carbón que planeaba construir, porque anticipó que habría estrictas regulaciones sobre ese tipo de plantas. No es que Goldman haya tenido un accionar comprometido con el ambiente, sino que simplemente se preocupaba por cuidar su dinero.
En el marco de un capitalismo súper competitivo, lo que he llamado "supercapitalismo", es ingenuo pensar que las corporaciones sacrificarán sus ganancias y las de sus accionistas para combatir el calentamiento global. Las firmas que se están sumando a la "onda verde" para mejorar su imagen pública, o para bajar sus costos, o para anticiparse a las regulaciones, están siendo astutas, no virtuosas.

Por lo tanto, no esperemos que las compañías lideren las acciones responsables que haya que tomar sobre el calentamiento global. Ese es un trabajo del gobierno. Y la próxima vez que escuchen que una compañía haga alarde acerca de cuán amigable es con el medio ambiente, contengan el aplauso.
Esta columna es una adaptación del comentario semanal que realiza Reich en American´s Public Radio´s Marketplace.