Responsabilidad medioambiental: ¿beneficiosa para los negocios?

03.04.2011 | Articulos de opinion

Arthur Lyon Dahl, presidente del International Environment Forum y Augusto López-Claros, Economista Jefe y Director del Programa de Competitividad Global del World Economic Forum, describen en este artículo que la eco eficiencia se está convirtiendo en una condición esencial del desarrollo y cómo se pueden convertir en oportunidades de negocios lo que antes eran “barreras ambientales”.


En la década de los sesenta y setenta, la concienciación medioambiental giró principalmente en torno a aspectos como la polución industrial, los vertidos de petróleo, los residuos tóxicos y de pesticidas y la contaminación en las ciudades. Cuando los gobiernos dictaron legislaciones e impusieron el tratamiento de los residuos improductivos, las empresas tendieron a ver la responsabilidad medioambiental como otro dolor de cabeza, con repercusiones financieras y burocráticas. Esto está cambiando. La responsabilidad medioambiental, vista ahora bajo un prisma más global, se considera parte fundamental del desarrollo sostenible, consistente en cubrir las necesidades de recursos de la generación presente sin poner en peligro los recursos para las generaciones futuras.

Hoy día, los gobiernos y la opinión pública tienen mayores expectativas sobre el sector privado. Ya no basta con obtener beneficios, por mucho que esto sea una condición sine qua non para crear riqueza y desarrollo a largo plazo, a la vez que un síntoma de eficiencia económica. Se espera que el sector privado demuestre responsabilidad corporativa social y medioambiental.

¿De qué manera puede la responsabilidad medioambiental ser beneficiosa para las empresas? En la encuesta 2004 Executive Opinion Survey realizada por el World Economic Forum se formulaban una serie de preguntas a líderes del mundo empresarial acerca de iniciativas gubernamentales en materia de medioambiente. Otras preguntas tenían como objeto sondear la actitud entre las empresas hacia el tema.

No resulta ninguna sorpresa que el desarrollo económico y la responsabilidad medioambiental suelan ir de la mano. Las economías más ricas pueden permitirse solventar más actuaciones medioambientales que las pobres. Pero la encuesta mostraba que algunos de los países más ricos no están realizando suficientes esfuerzos para mantener la calidad de su entorno, mientras que algunos más pobres, con entornos degradados, están implementando medidas eficaces para dar la vuelta a la situación. Por otro lado, fueron los sectores empresariales más dinámicos y competitivos los que respondieron afirmativamente a esta parte de la encuesta. El cuidado del medioambiente y la responsabilidad social tienen ya toda la lógica desde el punto de vista empresarial, y el estereotipo de empresa irrespetuosa en general con el medio ambiente ha dejado de tener vigor.

La encuesta también confirmó que la responsabilidad medioambiental adopta diferentes formas, en función del estadio de desarrollo en el que se encuentre cada país. En los países pobres, cuyos principales recursos son las materias primas básicas y la mano de obra barata, el principal aspecto en materia de responsabilidad consiste en saber si el método utilizado para la extracción de los productos básicos guarda el debido respeto a las consecuencias medioambientales y al bienestar de los trabajadores. El objetivo de las compañías responsables es conseguir un flujo de recursos sostenible y mejorar la calificación de sus empleados. En las economías con un grado de desarrollo intermedio, la responsabilidad medioambiental consiste en implantar controles medioambientales costeables, reducir la polución y lograr una producción y utilización eficientes de las materias primas básicas. En las economías más avanzadas, la competitividad se centra en buscar nuevas tecnologías medioambientales y procesos productivos limpios, así como nuevos mercados para productos respetuosos con el medio ambiente y responsables desde el punto de vista social.

La encuesta también mostró que las empresas se encuentran en desventaja cuando la normativa medioambiental es laxa, o bien cuando no se aplica de manera rigurosa. En cerca de un 40% de países, los gobiernos aplican subvenciones cuyo efecto es distorsionar la competencia y fomentar un uso ineficiente de la energía y los recursos naturales. La corrupción en la aplicación de las reglas socava la competitividad.

Sin embargo, esto no resuelve el problema de los desequilibrios a nivel global. La actual anarquía existente en la normativa medioambiental internacional crea serias ineficiencias para las empresas, a diferencia del campo económico donde las instituciones surgidas al amparo de Bretton Woods y la Organización Mundial del Comercio mantienen algunos principios y normas globales. Si las empresas, en particular las corporaciones multilaterales, presionasen a los gobiernos para reforzar la conducta en materia medioambiental a nivel internacional, mejorarían tanto la competitividad global como la eficiencia medioambiental.

Las empresas han considerado tradicionalmente que todo lo que eleva los costos es lesivo para la competitividad, y que el mantener altos estándares no ayuda en el mercado global. Las conclusiones de la encuesta demuestran que la adherencia a las normas medioambientales, si se planifica cuidadosamente, no sólo protege a los ciudadanos y al entorno, sino que representa una inversión en buena reputación, con lo que ello tiene de positivo para la cuota de mercado.

Hoy en día, algunas empresas innovadoras están convirtiendo lo que antes percibían como trabas medioambientales en oportunidades de negocio. Mediante la exploración activa de las implicaciones que supone el desarrollo sostenible para las empresas, los líderes con visión de futuro pueden posicionarse por delante de sus competidores. Ahora parece obvio que las empresas que lograrán mantenerse en posiciones de vanguardia serán aquellas que consigan economías energéticas y reduzcan la dependencia de los combustibles fósiles.

La reducción y el tratamiento de residuos brinda otra posibilidad de innovar a aquellas empresas que utilicen los residuos como su materia prima. Muchos productos, desde electrodomésticos hasta envases, fueron concebidos sin tener en cuenta su eliminación una vez utilizados. Existe un enorme potencial de negocio en la ecoeficiencia, el tratamiento de los flujos de materiales, la producción “limpia”, el reciclaje, la gestión de productos de principio a fin y la ecología industrial.

Los nuevos mercados de gran consumo están construyéndose alrededor de las etiquetas de "comercio justo" y "verde", en función de la demanda de productos socialmente responsables y respetuosos con el medioambiente. La aparición de programas de certificación y etiquetado crea oportunidades para adelantarse a los competidores e introducirse en nichos de mercado aplicando precios superiores.

Las empresas que deseen mantenerse como punta de lanza saben que compensa ser proactivo en lugar de reactivo, anticiparse a los problemas y evitarlos en lugar de cubrir el retraso una vez que las inversiones ya se han realizado. Esto significa también mantener una decidida transparencia informativa sobre la política y el comportamiento corporativo. En un mundo crecientemente globalizado, no cabe duda de que la responsabilidad medioambiental es buena para los negocios.