RSE: voluntaria o regulada

29.07.2011 | Destacadas

Este ensayo de Arvind Ganesan del Human Rights Wacht actualiza el debate sobre si la RSE debe ser una iniciativa voluntaria de las empresas, o debe existir algún tipo de regulación gubernamental. En este texto se exponen las conclusiones de una investigación realizada por académicos de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard sobre el plan ambiental voluntario del gobierno estadounidense. En la visión citada por el autor, las iniciativas voluntarias son preferibles a las regulaciones estatales, pero también pone en duda que los planes voluntarios de RSE traigan necesariamente beneficios económicos, sociales y ambientales.


 

¿Es 2007 el fin de los estándares del voluntariado? Esto es lo que se pregunta el provocativo ensayo de Arvind Ganesan del Human Rights Wacht publicado en diciembre por el Businness For Social Responsibility. Allí se dice que este año representa una prueba crucial para las ONG y otros activistas con respecto a si seguirán creciendo en las acciones voluntarias de las empresas en temas sociales y ambientales, o si perderán su fe y presionarán por más legislación y regulación.
"Los argumentos del Huma  Rigths Watch sugieren que estos grupos no están considerando a la RSE como una forma de modificar a los negocios", afirma el contador Bart Mongoven de la consultora Stratfor.
¿Están las iniciativas voluntarias de las empresas mejorando los negocios, la sociedad y el ambiente para mejor? Se preguntan en un estudio empírico sobre las acciones de RSE de la Agencia de Protección de Medio Ambiente (EPA) realizado por Cary Coglianese y Jennifer Nash de la Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard. El estudio detecta algunas contradicciones dentro de los programas voluntarios.
Para formar parte de este programa del gobierno estadounidense las empresas deben completar un cuestionario de 29 páginas, volcando allí las mejoras ambientales que introducen anualmente en sus procesos de producción. El programa es positivo en cuanto estimula a las compañías a continuar mejorando. Sin embargo, los autores observan que irónicamente las iniciativas que son voluntarias no se pueden identificar porque no participan del programa y hacen imposible la comparación.
Uno de los hallazgos del estudio, que se titula "Beyond Compliance: Business Decision Making and the US EPA's Performance Track Program", es el esfuerzo que realiza para incluir a empresas que no participan del programa dentro de la muestra de la investigación. Desafortunandamente, esto no posibilita una exacta distinción entre la performance ambiental de ambos tipos de empresas: las que están en el EPA y las que no; y tampoco puede poner de manifiesto que el comportamiento ambiental de las empresas participantes es "mejor" por estar dentro del programa.
"No pudimos encontrar ninguna evidencia sobre que las conductas ambientales de las empresas mejoran por ser miembros", afirman los investigadores. "Los decisores que entrevistamos no afirmaron haber mejorado nada por haber formado parte del programa, incluso la mayoría dijo que su empresa ya hacía las cosas que el programa exige".
Los investigadores hallaron que los incentivos para elevar los estándares ambientales, funcionan en sentido inverso: son tan altos los requisitos para tan bajas recompensas que los empresarios se disuaden. Los altos costos económicos también operan en sentido negativo.
En cambio, el trabajo descubrió que cuando se trata de poder exhibir públicamente los logros ambientales en busca del reconocimiento de la sociedad, las empresas muestran mayor entusiasmo por formar parte de los programas del EPA. En cambio, las que no participan guardan un perfil bajo.
Las empresas con mayores empleados y gerentes involucrados tienen una mayor receptividad a los programas voluntarios como los del EPA, y también tienen mayores expectativas sobre la regulación estatal, la opinión de la sociedad y las ONG ambientales.
El estudio afirma que las iniciativas voluntarias son preferibles a las regulaciones estatales, pero también pone en duda que los planes voluntarios de RSE traigan necesariamente beneficios económicos, sociales y ambientales.
(Fuente: SocialFunds.com / Traducción:ComunicaRSE)

 

¿Es 2007 el fin de los estándares del voluntariado? Esto es lo que se pregunta el provocativo ensayo de Arvind Ganesan del Human Rights Wacht publicado en diciembre por el Businness For Social Responsibility. Allí se dice que este año representa una prueba crucial para las ONG y otros activistas con respecto a si seguirán creciendo en las acciones voluntarias de las empresas en temas sociales y ambientales, o si perderán su fe y presionarán por más legislación y regulación.

 

"Los argumentos del Huma  Rigths Watch sugieren que estos grupos no están considerando a la RSE como una forma de modificar a los negocios", afirma el contador Bart Mongoven de la consultora Stratfor.

 

¿Están las iniciativas voluntarias de las empresas mejorando los negocios, la sociedad y el ambiente para mejor? Se preguntan en un estudio empírico sobre las acciones de RSE de la Agencia de Protección de Medio Ambiente (EPA) realizado por Cary Coglianese y Jennifer Nash de la Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard. El estudio detecta algunas contradicciones dentro de los programas voluntarios.

 

Para formar parte de este programa del gobierno estadounidense las empresas deben completar un cuestionario de 29 páginas, volcando allí las mejoras ambientales que introducen anualmente en sus procesos de producción. El programa es positivo en cuanto estimula a las compañías a continuar mejorando. Sin embargo, los autores observan que irónicamente las iniciativas que son voluntarias no se pueden identificar porque no participan del programa y hacen imposible la comparación.

 

Uno de los hallazgos del estudio, que se titula "Beyond Compliance: Business Decision Making and the US EPA's Performance Track Program", es el esfuerzo que realiza para incluir a empresas que no participan del programa dentro de la muestra de la investigación. Desafortunandamente, esto no posibilita una exacta distinción entre la performance ambiental de ambos tipos de empresas: las que están en el EPA y las que no; y tampoco puede poner de manifiesto que el comportamiento ambiental de las empresas participantes es "mejor" por estar dentro del programa.

 

"No pudimos encontrar ninguna evidencia sobre que las conductas ambientales de las empresas mejoran por ser miembros", afirman los investigadores. "Los decisores que entrevistamos no afirmaron haber mejorado nada por haber formado parte del programa, incluso la mayoría dijo que su empresa ya hacía las cosas que el programa exige".

 

Los investigadores hallaron que los incentivos para elevar los estándares ambientales, funcionan en sentido inverso: son tan altos los requisitos para tan bajas recompensas que los empresarios se disuaden. Los altos costos económicos también operan en sentido negativo.

 

En cambio, el trabajo descubrió que cuando se trata de poder exhibir públicamente los logros ambientales en busca del reconocimiento de la sociedad, las empresas muestran mayor entusiasmo por formar parte de los programas del EPA. En cambio, las que no participan guardan un perfil bajo.

 

Las empresas con mayores empleados y gerentes involucrados tienen una mayor receptividad a los programas voluntarios como los del EPA, y también tienen mayores expectativas sobre la regulación estatal, la opinión de la sociedad y las ONG ambientales.

 

El estudio afirma que las iniciativas voluntarias son preferibles a las regulaciones estatales, pero también pone en duda que los planes voluntarios de RSE traigan necesariamente beneficios económicos, sociales y ambientales.

 

(Fuente: SocialFunds.com / Traducción:ComunicaRSE)