Una mirada sobre el alcance del Pacto Global

19.08.2011 | Destacadas

El reconocido académico español Josep M. Lozano, director del Instituto de Innovación Social de la escuela de negocios ESADE presenta en su artículo "Evitar la confusión entre Pacto Mundial y RSE" un llamado de atención para evitar confundir que el   "compromiso con el Pacto Mundial debe formar parte de una política empresarial de RSE, pero no la agota ni es lo mismo con otro nombre". El experto considera que "cabría entender el Pacto Mundial como la explicitación de la ética mínima en el mundo empresarial".


 

El Pacto Mundial es una iniciativa que, afortunadamente, está ampliamente difundida. Creo que la cuestión de fondo que plantea es cómo las empresas, en tanto que actores económicos, pueden contribuir a afrontar los nuevos retos de la gobernanza global. Creo también que el compromiso con el Pacto Mundial debe formar parte de una política empresarial de RSE, pero no la agota ni es lo mismo con otro nombre. Y viceversa: creo que en el ámbito del Pacto Mundial sólo deberían tratarse aquellos aspectos explícitamente relacionados con los 10 principios. Las razones para evitar esta confusión son de dos tipos: conceptuales y de justificación.
Los aspectos conceptuales son fáciles de reseñar: los principios del Pacto Mundial no toman en consideración aspectos muy importantes vinculados al desarrollo de la RSE. Sólo forzando extraordinariamente la interpretación de los principios se podría llegar a abarcar toda la RSE pero, sinceramente, creo que el contorsionismo intelectual tiene sus límites.
Pero hay aspectos de justificación. La especificidad del Pacto Mundial creo que consiste en que sus principios se sostienen sobre la afirmación de unos valores éticos fundamentales, sobre los que sería deseable un reconocimiento y un compromiso generalizados.
Cabría entender el Pacto Mundial como la explicitación de la ética mínima en el mundo empresarial. Y precisamente porque la ética mínima se refiere al ámbito de lo que podemos exigirnos mutuamente, sería conveniente no confundirla con aquello que no lo es. En aras, precisamente, de la seriedad, del rigor y, sobre todo, para poder clarificar mejor qué supone en términos de gestión empresarial.

El Pacto Mundial es una iniciativa que, afortunadamente, está ampliamente difundida. Creo que la cuestión de fondo que plantea es cómo las empresas, en tanto que actores económicos, pueden contribuir a afrontar los nuevos retos de la gobernanza global. Creo también que el compromiso con el Pacto Mundial debe formar parte de una política empresarial de RSE, pero no la agota ni es lo mismo con otro nombre. Y viceversa: creo que en el ámbito del Pacto Mundial sólo deberían tratarse aquellos aspectos explícitamente relacionados con los 10 principios. Las razones para evitar esta confusión son de dos tipos: conceptuales y de justificación.

Los aspectos conceptuales son fáciles de reseñar: los principios del Pacto Mundial no toman en consideración aspectos muy importantes vinculados al desarrollo de la RSE. Sólo forzando extraordinariamente la interpretación de los principios se podría llegar a abarcar toda la RSE pero, sinceramente, creo que el contorsionismo intelectual tiene sus límites.
Pero hay aspectos de justificación. La especificidad del Pacto Mundial creo que consiste en que sus principios se sostienen sobre la afirmación de unos valores éticos fundamentales, sobre los que sería deseable un reconocimiento y un compromiso generalizados.

Cabría entender el Pacto Mundial como la explicitación de la ética mínima en el mundo empresarial. Y precisamente porque la ética mínima se refiere al ámbito de lo que podemos exigirnos mutuamente, sería conveniente no confundirla con aquello que no lo es. En aras, precisamente, de la seriedad, del rigor y, sobre todo, para poder clarificar mejor qué supone en términos de gestión empresarial.