¿Cuánto cuesta frenar el calentamiento global?

26.08.2011 | Destacadas

El mundo necesitará al menos 200.000 millones de dólares en inversiones hasta 2030, entre el 0,3 y el 0,5 por ciento del PIB global en esa fecha, para contener el calentamiento de la Tierra al nivel actual, indica un informe de la ONU presentado la semana pasada en Viena. La principal conclusión que se extrae del documento es que para detener el calentamiento global es imprescindible que se incluyan criterios de respeto ecológico en el flujo de capitales y las inversiones internacionales, que en un 86 por ciento está en manos privadas.


 

"Este es un asunto clave en la lucha contra el cambio climático" y uno de los aspectos esenciales para enfrentarse al calentamiento global es la "respuesta económica", aseguró el responsable de la Convención de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, Yvo de Boer, al presentar el estudio.
El documento de 216 páginas titulado "Análisis de los flujos de inversiones y financieros existentes y potenciales para el desarrollo de una respuesta internacional efectiva y apropiada al cambio climático" ofrece una proyección hasta 2030 de las necesidades económicas futuras para contener el cambio climático.
"Estos datos son indicativos, pero es importante la panorámica que ofrece para el próximo régimen climático", explicó De Boer. Los países en desarrollo serán los que más reduzcan las emisiones, de cumplirse flujo de capitales en 2030, ya que rebajarán las emisiones en un 68 por ciento, mientras que recibirán el 46 por ciento de las inversiones.
"La eficiencia energética es el medio más prometedor para recortar las emisiones de efecto invernadero a corto plazo", declaró De Boer, y subrayó que parte de la respuesta a la demanda de energía futura se puede dar optimizando su uso y no por medio de una mayor producción.
Entre las medidas para mitigar el cambio climático se encuentra la apuesta económica, cifrada en 148.000 millones de dólares, por las energías renovables, hidroeléctricas, nucleares y en la investigación de tecnología destinada al "secuestro" de las emisiones de dióxido de carbono.
Por sectores se especifica la necesidad de reconducir los flujos financieros a la mejora de la eficiencia energética en los sectores de la industria, la construcción, del transporte y de la agricultura, así como preservar las masas forestales y la investigación en tecnologías "limpias".
La financiación de estos proyectos pasa por potenciar las herramientas económicas ya contempladas por el Protocolo de Kioto, como son el mercado para la compraventa de los derechos de emisión de CO2 y el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL).
El MDL permite que los Estados industrializados financien proyectos que reducen o evitan las emisiones de gases contaminantes en los países más pobres, a cambio de obtener créditos que se apliquen para cumplir sus propios objetivos de emisión.
En estas cifras no se incluyen los costos para adaptarse al cambio climático, que afectan sobre todo a los países en desarrollo, mucho más vulnerables, y que pueden ascender a entre 28.000 y 67.000 millones de dólares en 2030.
En este aspecto se incluyen medidas para rebajar el impacto del calentamiento global, como gastos en obras costeras, incluidos diques y barreras para contener la subida del nivel del mar. Otras medidas a adoptar serán las sanitarias para responder al aumento de casos de malnutrición o malaria, así como la inversión para la búsqueda de fuentes supletorias de agua dulce, entre otros aspectos.
La relación entre el cambio climático y la economía ya fue estudiado en un estudio titulado "La economía del cambio climático", encargado por el actual primer ministro británico, Gordon Brown, y que concluyó que se necesitaba una inversión del uno por ciento del PIB mundial para mitigar los efectos del calentamiento global.
El documento de la ONU se utilizará para debatir el modelo financiero que se necesita para un acuerdo posterior al Protocolo de Kioto, algo que se debatirá en la Conferencia sobre Cambio Climático de Bali (Indonesia) del próximo diciembre.
El Protocolo de Kioto, ratificado por 166 países, fijó como meta que 35 países industrializados (entre los que no están EE.UU. ni Australia) redujeran sus emisiones de gases de efecto invernadero un 5 por ciento por debajo de los niveles de 1990, algo que de momento está lejos de cumplirse.

"Este es un asunto clave en la lucha contra el cambio climático" y uno de los aspectos esenciales para enfrentarse al calentamiento global es la "respuesta económica", aseguró el responsable de la Convención de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, Yvo de Boer, al presentar el estudio.
El documento de 216 páginas titulado "Análisis de los flujos de inversiones y financieros existentes y potenciales para el desarrollo de una respuesta internacional efectiva y apropiada al cambio climático" ofrece una proyección hasta 2030 de las necesidades económicas futuras para contener el cambio climático.
"Estos datos son indicativos, pero es importante la panorámica que ofrece para el próximo régimen climático", explicó De Boer.

Los países en desarrollo serán los que más reduzcan las emisiones, de cumplirse flujo de capitales en 2030, ya que rebajarán las emisiones en un 68 por ciento, mientras que recibirán el 46 por ciento de las inversiones.
"La eficiencia energética es el medio más prometedor para recortar las emisiones de efecto invernadero a corto plazo", declaró De Boer, y subrayó que parte de la respuesta a la demanda de energía futura se puede dar optimizando su uso y no por medio de una mayor producción.

Entre las medidas para mitigar el cambio climático se encuentra la apuesta económica, cifrada en 148.000 millones de dólares, por las energías renovables, hidroeléctricas, nucleares y en la investigación de tecnología destinada al "secuestro" de las emisiones de dióxido de carbono.
Por sectores se especifica la necesidad de reconducir los flujos financieros a la mejora de la eficiencia energética en los sectores de la industria, la construcción, del transporte y de la agricultura, así como preservar las masas forestales y la investigación en tecnologías "limpias".
La financiación de estos proyectos pasa por potenciar las herramientas económicas ya contempladas por el Protocolo de Kioto, como son el mercado para la compraventa de los derechos de emisión de CO2 y el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL).
El MDL permite que los Estados industrializados financien proyectos que reducen o evitan las emisiones de gases contaminantes en los países más pobres, a cambio de obtener créditos que se apliquen para cumplir sus propios objetivos de emisión.

En estas cifras no se incluyen los costos para adaptarse al cambio climático, que afectan sobre todo a los países en desarrollo, mucho más vulnerables, y que pueden ascender a entre 28.000 y 67.000 millones de dólares en 2030.
En este aspecto se incluyen medidas para rebajar el impacto del calentamiento global, como gastos en obras costeras, incluidos diques y barreras para contener la subida del nivel del mar. Otras medidas a adoptar serán las sanitarias para responder al aumento de casos de malnutrición o malaria, así como la inversión para la búsqueda de fuentes supletorias de agua dulce, entre otros aspectos.

La relación entre el cambio climático y la economía ya fue estudiado en un estudio titulado "La economía del cambio climático", encargado por el actual primer ministro británico, Gordon Brown, y que concluyó que se necesitaba una inversión del uno por ciento del PIB mundial para mitigar los efectos del calentamiento global.
El documento de la ONU se utilizará para debatir el modelo financiero que se necesita para un acuerdo posterior al Protocolo de Kioto, algo que se debatirá en la Conferencia sobre Cambio Climático de Bali (Indonesia) del próximo diciembre.
El Protocolo de Kioto, ratificado por 166 países, fijó como meta que 35 países industrializados (entre los que no están EE.UU. ni Australia) redujeran sus emisiones de gases de efecto invernadero un 5 por ciento por debajo de los niveles de 1990, algo que de momento está lejos de cumplirse.