El siglo XXI amenaza con disparar las desigualdades entre ricos y pobres

18.07.2011 | Contratapa

Oxfam Internacional ha lanzado el libro “De la pobreza al poder”,  una mirada a lo aprendido en las últimos 10 años y una reflexión sobre el futuro del desarrollo. En él se desprende que los ingresos de las 500 personas más ricas del planeta son superiores a los ingresos de los 416 millones de personas más pobres. Otro dato contundente es que 1.000 millones de personas subsisten cada día con un 4% de la riqueza global.


 

Hay recursos para todos, pero terriblemente mal repartidos. La desigualdad determina que un niño o niña llegue a cumplir los cinco años de vida dependiendo del entorno en el que nazca. La economía global produce cada año cerca de 9.550 millones de dólares en bienes y servicios per cápita, 25 veces más de los 365 dólares anuales que definen la pobreza extrema en la que viven 1.000 millones de personas. O lo que es lo mismo, 1.000 millones de seres humanos subsisten a diario con un 4% de la riqueza global.
El libro de Oxfam Internacional (Intermón Oxfam en España) hecho público hoy es una mirada a lo aprendido en más de 100 países en los últimos diez años y una reflexión audaz acerca de cómo afrontar las próximas décadas de lucha contra la pobreza. “De la pobreza al poder. Cómo pueden cambiar el mundo ciudadanos activos y Estados eficaces” es el informe estrella que esta organización lanza cada 10 años.
“El incesante incremento de los precios de los alimentos y de los carburantes está marcando una nueva era de escasez”, afirma Duncan Green, autor del libro. “A menos que actuemos rápidamente, la brecha entre los ‘que tienen’ y los ‘que no tienen’ crecerá sin control, exacerbando las desigualdades existentes y condenando a millones de personas más a la pobreza”.
El libro desafía la creencia de que el desarrollo de los países más pobres depende únicamente del comportamiento de los países más ricos, y busca demostrar que el desarrollo sólo ocurre de abajo hacia arriba, es decir, con sociedades y ciudadanos activos y con Estados eficientes que garanticen la seguridad y el cumplimiento de la ley, y que sean capaces de promover un crecimiento económico que beneficie a todos.
“Durante demasiado tiempo los expertos han cruzado los dedos esperando que el crecimiento económico por sí solo fuera suficiente para acabar con la pobreza. Pero se ha ignorado conscientemente que las desigualdades impiden que el crecimiento se traduzca en menor pobreza. Ahora está más claro que nunca que la única forma de acabar con las flagrantes desigualdades que han condenado a la miseria a más de 1.000 millones de personas es a través de una redistribución profunda de poder, bienes y oportunidades”, afirma Gonzalo Fanjul, director de investigaciones de Intermón Oxfam.
Dos ejemplos: el mundo nunca vivió una etapa de desarrollo tecnológico, científico y económico como la de finales del siglo XX; sin embargo y a pesar de algunos avances, no fue capaz de acabar con la pobreza.  A pesar de que las exportaciones de América Latina se incrementaran de los 96.000 millones de dólares en 1981 hasta los 752.000 millones en 2007, el número de pobres (entendido como aquellos viviendo con menos de dos dólares al día) se incrementó de los 136 millones a los 209 millones entre 1980 y 2005.
El libro está plagado de ejemplos de lo que ha funcionado y de lo que ha fallado en relación a la lucha contra la pobreza y cita múltiples ejemplos de cómo la movilización de la sociedad, unida a Estados democráticos y desarrollistas, han conseguido cotas de desarrollo importantes. Hace 50 años, Corea del Sur era más pobre que Sudán Hoy es líder industrial. Otros ejemplos exitosos son Taiwán, Botswana o Mauricio. Sri Lanka, un país considerado de ingresos medio bajos, tiene una de las tasas de mortalidad infantil más bajas del mundo.

Hay recursos para todos, pero terriblemente mal repartidos. La desigualdad determina que un niño o niña llegue a cumplir los cinco años de vida dependiendo del entorno en el que nazca. La economía global produce cada año cerca de 9.550 millones de dólares en bienes y servicios per cápita, 25 veces más de los 365 dólares anuales que definen la pobreza extrema en la que viven 1.000 millones de personas. O lo que es lo mismo, 1.000 millones de seres humanos subsisten a diario con un 4% de la riqueza global.
El libro de Oxfam Internacional (Intermón Oxfam en España) hecho público hoy es una mirada a lo aprendido en más de 100 países en los últimos diez años y una reflexión audaz acerca de cómo afrontar las próximas décadas de lucha contra la pobreza. “De la pobreza al poder. Cómo pueden cambiar el mundo ciudadanos activos y Estados eficaces” es el informe estrella que esta organización lanza cada 10 años.
“El incesante incremento de los precios de los alimentos y de los carburantes está marcando una nueva era de escasez”, afirma Duncan Green, autor del libro. “A menos que actuemos rápidamente, la brecha entre los ‘que tienen’ y los ‘que no tienen’ crecerá sin control, exacerbando las desigualdades existentes y condenando a millones de personas más a la pobreza”.

El libro desafía la creencia de que el desarrollo de los países más pobres depende únicamente del comportamiento de los países más ricos, y busca demostrar que el desarrollo sólo ocurre de abajo hacia arriba, es decir, con sociedades y ciudadanos activos y con Estados eficientes que garanticen la seguridad y el cumplimiento de la ley, y que sean capaces de promover un crecimiento económico que beneficie a todos.
“Durante demasiado tiempo los expertos han cruzado los dedos esperando que el crecimiento económico por sí solo fuera suficiente para acabar con la pobreza. Pero se ha ignorado conscientemente que las desigualdades impiden que el crecimiento se traduzca en menor pobreza. Ahora está más claro que nunca que la única forma de acabar con las flagrantes desigualdades que han condenado a la miseria a más de 1.000 millones de personas es a través de una redistribución profunda de poder, bienes y oportunidades”, afirma Gonzalo Fanjul, director de investigaciones de Intermón Oxfam.

Dos ejemplos: el mundo nunca vivió una etapa de desarrollo tecnológico, científico y económico como la de finales del siglo XX; sin embargo y a pesar de algunos avances, no fue capaz de acabar con la pobreza.  A pesar de que las exportaciones de América Latina se incrementaran de los 96.000 millones de dólares en 1981 hasta los 752.000 millones en 2007, el número de pobres (entendido como aquellos viviendo con menos de dos dólares al día) se incrementó de los 136 millones a los 209 millones entre 1980 y 2005.
El libro está plagado de ejemplos de lo que ha funcionado y de lo que ha fallado en relación a la lucha contra la pobreza y cita múltiples ejemplos de cómo la movilización de la sociedad, unida a Estados democráticos y desarrollistas, han conseguido cotas de desarrollo importantes. Hace 50 años, Corea del Sur era más pobre que Sudán Hoy es líder industrial. Otros ejemplos exitosos son Taiwán, Botswana o Mauricio. Sri Lanka, un país considerado de ingresos medio bajos, tiene una de las tasas de mortalidad infantil más bajas del mundo.