"La RSE debe ser una excusa para repensar la relación Empresa, Sociedad y Estado"

16.06.2011 | Contratapa

“La Responsabilidad Social Empresaria (RSE) o, como prefiero llamarla, la Responsabilidad de la Empresa en la Sociedad (RES) vino para quedarse. La mayoría de las grandes empresas tienen sus políticas, sus reportes sociales, invierten cada vez más dinero (en programas y publicidad). Sin embargo, creo que primero hay que señalar que respecto del marco conceptual para definir la RES nadie se ha puesto de acuerdo”. Quien hace estas afirmaciones es Alberto Willi profesor del área Empresa, Sociedad y Economía del IAE- Business School, Universidad Austral . Y explica que “es un tema que se vuelve ambiguo, porque las acciones de las empresas son muy distintas bajo un mismo nombre: uno ve que lo que hacen las empresas va desde poner en blanco a la gente a pintar una escuela. En el mundo empresario hay cierto escepticismo, fuera de los discursos de la Alta Dirigencia y los dirigentes vinculados a la RES. Igualmente, creo que en las compañías hay distintos niveles de compromiso, la gente más cerca de las problemáticas o los voluntarios suelen tener un compromiso más alto con estos temas.



Alberto Willi

De hecho, el escepticismo se da cuando discurso y acción no se conjugan. Porque en realidad lo que los ejecutivos ven... es que dentro de las compañías los van a medir por otro lado”. Alberto ha explicado en varios escritos, incluso periodísticos que, para dar un marco a la RSE, él parte de algunos supuestos. El primero considera a la empresa como una de las instituciones sociales más relevantes en nuestros días, “basado en el hecho de que, implícita o explícitamente, las decisiones que se toman en una empresa tienen impacto en la dinámica social (económica, política, humana). En esta misma línea, también podemos agregar que las personas que trabajan en dichas organizaciones pasan en ella gran parte de su día, por lo tanto, el carácter de la empresa se trasmite al carácter de la gente (y viceversa)”. El segundo, considera a la realidad social como una realidad compleja y dinámica. “Este supuesto se apoya, en el fondo, en la creencia de que libertad humana es real, esto es, que tenemos la capacidad de comenzar nuevas cadenas de acontecimientos, creer en la capacidad que tienen las personas de generar una brecha en el la linealidad del tiempo, por último, en la capacidad que tienen las personas (y las empresas transitivamente) de mejorar -o no- la sociedad en la que actúan”.

Pero como se sabe, traspolar las experiencias  internacionales al ámbito local tiene sus bemoles. “Aquí se habla de empresario… en policiales. Hay un paradigma general de cierta discusión de su imagen en la Argentina. En otros países, en cambio, son los motores del cambio. Allí, entonces, toma un rol más profundo, y más participativo. En la Argentina, y en los países emergentes en general, creo que hay que analizar la realidad tomando en cuenta toda su complejidad, no se puede importar ideas y conceptos en automático. La RSE se puede fundamentar de dos maneras, algunos lo hacen desde la ética y otros desde un sentido más abarcador (que incluye a la ética) que es entender el rol de la empresa en la sociedad, debido a que el Estado estuvo ausente y también mostró, en este tema, una incapacidad. Un ejemplo de esto es que en la Argentina el foco está puesto en la educación y en la salud. En otros países ves el foco puesto en la cultura, el deporte. De allí que ciertos principios de la RSE en el corto plazo, recaen en quienes tienen capacidad y los recursos para realizarlos. Por eso, el empresario llega directamente, por ejemplo, al director de la escuela para ver qué necesita, y pasa por alto al responsable primario de la educación. La idea en el fondo, es que la empresa empiece a incorporar al Estado, y que en el mediano plazo trabajen juntos, pero el Estado liderando el proceso. En el fondo, si lo vemos desde una perspectiva histórica, de más largo plazo, podemos pensar que estamos en una etapa fundacional, en la cual se está cambiando una manera de ser de la empresa.

Y que se está buscando una nueva relación empresa-sociedad. En ese cambio, algunos ven lo positivo y otros todavía ven que el cambio no es tan profundo. Creo que es el momento de pensar los fundamentos de este movimiento y animarnos a salir de las definiciones comunes de empresa y sociedad (Estado incluido)”. Alberto no deja de señalar que, en términos particulares,desde 2001 la conciencia y el accionar en RSE en la Argentina han crecido mucho. “Hubo una causa interna (la crisis que terminó con el gobierno de De la Rúa) y otra externa que explotó con los escándalos de algunos megacompañías como Enron. Y ahora el escenario nos muestra una combinación de crisis financiera, con una crisis moral y de falta de control. Hoy en la Argentina, de nuevo en crisis, la red social está desarmada, y la empresa puede ser un actor clave que ayude a armarla. En estos contextos las empresas van desde lo asistencialista –lo urgente- hacia algo más abarcador. En el largo plazo creo que la única opción es trabajar coordinadamente empresa-sociedad y Estado, y en este sentido se puede decir que la empresa tiene una dimensión política. Por otro lado, la empresa tiene que ganarse un lugar, en las encuestas locales de imagen las empresas no están entre los grupos más confiables, junto con la política. Las organizaciones sociales están por arriba. Lo planteo nuevamente, la RSE nos abre una posibilidad de repensar la relación empresa sociedad- Estado, y trabajar a otro nivel y a largo plazo. Es necesario enmarcarlo así, para hacerlo más amplio. Por caso, cuando un determinado sector se le planta al Gobierno porque no está de acuerdo con una política, esa actitud tiene que ver con su rol como actor social responsable”.

Alberto recuerda que “Hannah Arendt escribe que siempre se considera a la prudencia como la virtud política por excelencia, aquella que nos permite tomar las mejores decisiones, pero que en la actualidad la virtud política por excelencia debe ser la fortaleza, fortaleza para salir de nuestro individualismo y pensar en términos comunes, políticos, y una vez instalados en ese lugar común la prudencia será bienvenida. Si no hay lugar común, la prudencia se vuelve egoísta e instrumental”.

Respecto de las tendencias generales a nivel mundial, Alberto comentó que “en los foros se está repensando el rol del capitalismo, el del Estado y cómo regula. También el doble estándar de las compañías que en el mercado interno tienen una conducta y en el mercado internacional otra”. En este sentido, Alberto agrega que más allá de los debates mundiales “hay que trabajar desde lo local, mostrando modelos de gestión entre público y privado, pero en las localidades del interior. La gente puede tener un impacto mucho más fuerte desde lo local. Y mostrarle al otro que se pueden formar redes que pueden ir armando soluciones locales. De abajo hacia arriba. La confianza se genera desde lo que se conoce. Y allí en lo local se vea más comprometida”.

Por eso, hoy el accionar de la RSE responde a dos corrientes: “una en donde mi acción se focaliza en mis grupos de interés (clientes, accionistas, etc.) y la otra es que la RSE es mi relación con mi comunidad y con el Gobierno. Pensando más en la segunda opción, se está redefiniendo el nombre a Acción Social Empresaria, Acción Comunitaria. Por otro lado, podríamos decir que está resurgiendo el concepto de sustentabilidad como un concepto más global, buscando integrar a la empresa dentro de un proyecto común de desarrollo mundial. Es mucho más que el cuidado del medio ambiente (el cual ya es un deber adquirido de la empresa). El último gran tema es la ‘accountabilitty’ de la RSE, la pregunta es ¿estoy siguiendo a dónde van los recursos?, si no es como una filantropía más sofisticada, pero filantropía al fin. Finalmente, y ya enfocados de nuevo en la Argentina, creo que necesitamos más empresarios y más política (en el sentido clásico del término). La actuación en política de los más jóvenes en sus localidades es formidable, me hace pensar en esa idea de que lo que nos tiene que mover no es qué país le dejamos a nuestros hijos, si no qué hijos le dejamos a nuestro país. Creo que tenemos que apuntar a construir una agenda de trabajo común y pensar que vale la pena empujarla. Por último, creo que mucho de la RSE se focaliza en las grandes empresas, por un tema de impacto y recursos, pero la clave es empezar a hablar más de RSE en las Pymes. En nuestro país hay más Pymes que grandes empresas. Y también pensar cuál es el rol de las cámaras empresarias, porque los únicos que pueden estructurar el largo plazo, son aquellos que están comprometidos en el largo plazo”. Tareas ineludibles, como señala Alberto, si queremos transformar esta crisis en oportunidades. En lo concreto, cómo redefinir la relación empresa- sociedad y Estado.

El background de Willi

Alberto estudió Ciencias Políticas en la UBA y Filosofía en la UCA. En 2005 finalizó la Maestría en Dirección de Empresas del IAE. En la actualidad cursa su  PhD en la School of  management- University of Bath, U.K. Además de sus actividades académicas, Alberto asesora empresas en tema de Responsabilidad Social Empresaria (Estrategia y Planes de Acción) y Cambio Organizacional (Liderazgo y Motivaciones). Trabajó en el equipo que colabora con el World Economic Forum en la confección del Global Competitive Report (GCR). En lo que se refiere a tareas directivas en el IAE, fue Director Adjunto del Programa de Formación para Ministros de Obras Públicas (CIMOP, 2002-2003) y Director Adjunto del Programa Integral de Management para Repsol – YPF, Madrid (2003).

Correo: awilli@iae.edu.ar