Labor humanitaria contada en primera persona

15.06.2011 | Contratapa

El 11 de junio Tenaris y Ternium organizaron una conferencia en la que expuso Tony Ruttimann, hombre de origen suizo que desde hace 20 años viene desarrollando una importante labor humanitaria por medio de la construcción de puentes que ha beneficiado a más de un millón de campesinos pobres, desde Ecuador, Colombia, México, Honduras, a Vietnam, Laos, Camboya, y  Myanmar (ex Birmania).


 

Toni Ruttimann “El Suizo” se ha dedicado los últimos 20 años a construir más de 360 puentes en zonas más pobres y con la ayuda de los miembros de la comunidad. El 11 de junio  dio una charla en el Auditorio de la Fundación OSDE, en la cual contó su experiencia junto a  Tenaris y Tenarium.
La historia comienza cuando en 1987 la televisión transmitió las imágenes de un terremoto, Toni se conmovió tanto que juntó sus ahorros y se decidió a viajar a Ecuador para ayudar a los pobladores.
Enseguida notó que uno de los problemas que el podía ayudar a paliar era la falta de comunicación y movilidad por la caída de los puentes. Así, decidió volver a construirlos. Con la ayuda de los habitantes afectados, un ingeniero y chatarra construyó lo que sería el primero de los casi 100 puentes que haría.
Conviviendo  con los habitantes del lugar afectado,  diseño un sistema según el cual serían los pobladores quienes harían las excavaciones, cargarían la arena y piedra del río para las bases del puente, traerían madera de los bosques para la cubierta del puente, mientras que  él se encargaría de pedir a las empresas petroleras de la zona que donaran los cables usados, tubos acero de descarte y el cemento que les sobraba. 
En el camino, conoció a  Walter Yáñez, un ecuatoriano que terminó convirtiéndose en su mano  derecha, y lo acompañó en el proceso tanto en  Ecuador como  Colombia, Honduras,  Nicaragua, Costa Rica, México y el primer puente bi-nacional que une El Salvador y Honduras.
En una de sus visitas a Suiza conoce un refugiado camboyano quien le cuenta la situación en su país de origen y, con su ayuda, en dos semanas logra el permiso del gobierno para empezar su trabajo.
No conforme con Camboya, decide colaborar en otras regiones de Asia y hoy ya existen puentes en Camboya, Vietnam, Laos y Myanmar.
En el medio de su recorrido una enfermedad paraliza su cuerpo por dos años y, según sus palabras, “la suerte de su catástrofe” fue el diseño de un programa digitalizado que sistematiza la información y en minutos genera los datos necesarios para realizar un puente.
El proyecto recibe todo tipo de colaboraciones, de gobiernos, empresas y personas en todo el mundo. En esta oportunidad Tenaris y Tenarium ya han donado 400 toneladas de tubos y 100 toneladas de acero plano respectivamente, el cual pasó a remplazar el piso de madera con el que se hacían los puentes.
Con la simpleza que lo caracteriza, agradeció la ayuda de todos los que ayudan sin pedir nada a cambio y recordó que volvería a hacer todo solo por poder ayudar a una sola persona.
Lo cierto es que en sus 21 años de trabajo solidario ya se vieron beneficiadas más de un millón de personas.

Toni Ruttimann “El Suizo” se ha dedicado los últimos 20 años a construir más de 360 puentes en zonas más pobres y con la ayuda de los miembros de la comunidad. El 11 de junio  dio una charla en el Auditorio de la Fundación OSDE, en la cual contó su experiencia junto a  Tenaris y Tenarium.

La historia comienza cuando en 1987 la televisión transmitió las imágenes de un terremoto, Toni se conmovió tanto que juntó sus ahorros y se decidió a viajar a Ecuador para ayudar a los pobladores.
Enseguida notó que uno de los problemas que el podía ayudar a paliar era la falta de comunicación y movilidad por la caída de los puentes. Así, decidió volver a construirlos. Con la ayuda de los habitantes afectados, un ingeniero y chatarra construyó lo que sería el primero de los casi 100 puentes que haría.

Conviviendo  con los habitantes del lugar afectado,  diseño un sistema según el cual serían los pobladores quienes harían las excavaciones, cargarían la arena y piedra del río para las bases del puente, traerían madera de los bosques para la cubierta del puente, mientras que  él se encargaría de pedir a las empresas petroleras de la zona que donaran los cables usados, tubos acero de descarte y el cemento que les sobraba. 

En el camino, conoció a  Walter Yáñez, un ecuatoriano que terminó convirtiéndose en su mano  derecha, y lo acompañó en el proceso tanto en  Ecuador como  Colombia, Honduras,  Nicaragua, Costa Rica, México y el primer puente bi-nacional que une El Salvador y Honduras.
En una de sus visitas a Suiza conoce un refugiado camboyano quien le cuenta la situación en su país de origen y, con su ayuda, en dos semanas logra el permiso del gobierno para empezar su trabajo.
No conforme con Camboya, decide colaborar en otras regiones de Asia y hoy ya existen puentes en Camboya, Vietnam, Laos y Myanmar.

En el medio de su recorrido una enfermedad paraliza su cuerpo por dos años y, según sus palabras, “la suerte de su catástrofe” fue el diseño de un programa digitalizado que sistematiza la información y en minutos genera los datos necesarios para realizar un puente.
El proyecto recibe todo tipo de colaboraciones, de gobiernos, empresas y personas en todo el mundo. En esta oportunidad Tenaris y Tenarium ya han donado 400 toneladas de tubos y 100 toneladas de acero plano respectivamente, el cual pasó a remplazar el piso de madera con el que se hacían los puentes.

Con la simpleza que lo caracteriza, agradeció la ayuda de todos los que ayudan sin pedir nada a cambio y recordó que volvería a hacer todo solo por poder ayudar a una sola persona.
Lo cierto es que en sus 21 años de trabajo solidario ya se vieron beneficiadas más de un millón de personas.