“Las finanzas sostenibles no se limitan a los bonos sino que resignifican todos los instrumentos con la mirada de impacto”

23.03.2023 | Entrevistas

Así lo afirma Constanza Gorleri, Gerente de Sustentabilidad de Banco Galicia. La necesidad de tener taxonomías claras, el por qué la inclusión financiera sin educación financiera hace que pierda sentido esa inclusión, la necesidad de salir de la conversación entre especialistas, la importancia de hacer la transparencia accesible, el por qué entender las finanzas desde otro lugar es clave para alcanzar el desarrollo, el error de las empresas que buscan dar respuesta a todos los ODS, y la oportunidad de transformación a través de la escalabilidad de la cartera, fueron algunos de los temas abordados en la entrevista.


¿Cómo ve la evolución del mundo de las finanzas en relación con la sostenibilidad?

Creo que cada vez más el paradigma de la sostenibilidad está alineado a la forma en que se hacen los negocios. Esta afirmación que existía de que “es la forma de hacer los negocios”, en el siglo XXI se está plasmando en la realidad concreta, tanto en las economías de los países, en los procesos de producción, en el rol de las empresas. Todas ellas de cara al futuro están ligadas con esta agenda. Porque hoy no hay ningún congreso, ningún encuentro, ningún espacio, donde esta agenda no esté presente de una manera estratégica.

Creo, incluso, que ya pasamos la “era del aspiracional”, porque la entendimos y hacia allá fuimos, y ahora estamos en la “era de lo concreto”, de separar lo verdadero de lo que no lo es, y empezar a hacer un camino de respuesta concreta. Esto lo digo en términos de modelo de producción sobre todo, de un modelo de producción que ya no se puede sostener. Por ejemplo toda la discusión respecto a cómo se desarrollan otras formas de producción, otras tecnologías que nos permitan reducir emisiones, que nos permitan acercarnos a targets de disminución de la pobreza, etc. O también todo lo que es el aprovechamiento de lo nuevo de la tecnología para disminuir las brechas de desarrollo. Esto está como concreto.

El desafío que aparece, y que estamos transitando, es en el cómo. Dónde está nuestra nuestro aporte, dónde está nuestra capacidad de generar una incidencia y un cambio. Porque todos tenemos que recorrer el mismo camino. Cuál es, en qué podemos aportar para hacer una diferencia y en qué otras cosas no, dónde nos abocamos para hacer un cambio o una transformación para generar incidencias.

Me acuerdo que cuando se lanzaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015 yo estaba en Nueva York, en Naciones Unidas. Y pasaron dos cosas. Lo primero era ese entusiasmo de ser parte de la solución, de entender que el sector privado tenía un rol para generar los cambios que esperábamos ver, complementariamente al sector público. Es como que hubo conciencia de que los países solos no podían sin las empresas, y ahí empezaron todas las comparaciones de los Productos Brutos de algunas multinacionales versus Productos Brutos de países.

Eso generó que los primeros Reportes de las empresas alineados a los ODS buscaran dar respuesta a todos los ODS. Había empresas que alineaban toda su estrategia a todos los ODS posibles y por haber. Pero a medida que te vas dando cuenta de que tu capacidad de incidencia es distinta en determinados ámbitos que en otros, nos empezamos a dar cuenta también, y me hago parte de este proceso de maduración, de que tal vez es mucho mejor incidir en dos o tres, o en una Meta de un solo ODS, y generar un cambio ahí, en lugar de querer dar respuesta a todos los del abanico. Como si esa especie de arco iris fuera realmente necesario para mostrar nuestra capacidad de transformación e incidencia.

Es por eso que me parece que estamos en el momento en donde tenemos que decidir dónde verdaderamente generamos las transformaciones. Porque ello ordena las prioridades de la agenda.

Porque si tenemos una agenda potente de inversión social, de articulación con la sociedad civil, de generar capacidades en temas de educación, de salud, de generación de empleo, pero encontramos que desde las finanzas sostenibles podemos entender las finanzas desde otro lugar, que es lo que verdaderamente va a mover esos millones que necesitamos para alcanzar el desarrollo, todo ello es más potente y permite resignificar de una manera mucho más importante el rol del sistema financiero dentro de la agenda.


¿Cómo pueden las finanzas sostenibles ayudar a descarbonizar la economía real?

El rol de las finanzas sostenibles es ayudar a descarbonizar la cartera de otros. Porque lo que traen a la agenda las finanzas sostenibles es que además de estar mirando el retorno y el riesgo, estamos mirando el impacto que eso genera. Y uno de los impactos deseables es el de la descarbonización de las carteras.

Acá también hubo un proceso, porque empezamos eficientizando la operación pensando en cómo somos menos contaminantes, o cómo disminuimos nuestro impacto negativo desde nuestra propia operación. Y hoy el sistema financiero está fijando metas a través de lineamientos internacionales muy potentes. Incluso, en algunos países o en algunos continentes dentro de muy poco será de cumplimiento obligatorio.

Lo importante de esto es que al fijar objetivos de descarbonización de la cartera, la escala está en la cartera y no en lo que yo pueda hacer dentro de mi casa matriz o en mis sucursales. La escala está en qué es lo que vayan a hacer y cómo se van a manejar los miles de clientes pymes, agro, pequeñas empresas y corporativas. Porque la escala ahí y la responsabilidad es enorme. El proceso de influencia ahí es muy grande pero muy desafiante también, porque ya no trabajás solo. Como explica el dicho popular “si voy solo voy rápido, pero si voy en grupo voy más lejos”. Y es así, porque con mis compañías cliente vamos a ir más lejos, y porque de verdad ahí es donde vamos a generar la transformación.

Porque cuando los bancos empiezan a medir su cartera y a entender cuál es ese porcentaje de cartera en determinado tipo de industria, cuán contaminantes son esas industrias donde tiene alojada la cartera, y se fija objetivos para definir porcentajes de asignación de préstamos, es ahí donde empieza a desarrollar líneas de acción y de financiamiento hacia carteras más verdes y más sostenibles. Es donde se va haciendo que la ecuación se balancee. Porque se balancea en función a la cartera del banco, pero también se balancea en cuanto a que hay áreas que si no se reconvierten no van a tener financiamiento. Porque vos vas a haber elegido poner un pie en el freno de determinadas industrias o para determinados tipos de producción. Todo eso que cada uno tiene que implementar va a recibir también incentivos del financiador. Porque no solo le vas a decir “esto no, o te acompaño en la transición”, sino que le vas a empezar a decir “esto sí y más barato”.


¿Qué posibilidades de desarrollo tienen los Bonos Sostenibles/Verdes/Sociales?

El desarrollo de las finanzas sostenibles en Argentina todavía es incipiente. Pero es así porque está condicionado por la coyuntura macroeconómica. Sin embargo, a pesar de una coyuntura macroeconómica adversa han seguido creciendo. Y esto muestra que hay un entendimiento de que es un camino muy concreto y potente para generar una agenda diferente. Es por eso que soy muy optimista respecto del crecimiento de los bonos.

Pero también soy optimista en cuanto a la diversificación de los instrumentos en pos del desarrollo. Con ello quiero decir que no solo el instrumento es el Bono, que antes era un Bono y ahora queremos que sea sostenible. También están la emisión de Obligaciones Negociables, los modelos de garantías, las líneas de préstamo. Esto significa que lo que las finanzas sostenibles abarcan no son solamente el instrumento del Bono con la nueva lente de sostenible como camino, sino que resignifican los instrumentos con esa mirada de impacto que los hace sostenibles.

Por eso, me parece que el foco tiene que estar en ser más creativos con los instrumentos que tenemos para con la lente de la sostenibilidad, para empezar a capitalizarlos a favor del desarrollo.

Por ejemplo: están muy bien los bonos sociales, los bonos sostenibles, los bonos azules, los bonos plateados, los bonos ODS, los bonos de género. Me parece que es una agenda muy potente porque ayuda a contribuir a algo muy concreto y muy positivo. Pero también lo es el ampliar el acceso al mercado de capitales de una Asociación Civil que quiere fondear la economía social, como son los ejemplos de Sumatoria, de Pro Mujer, o el de TECHO. Ese también es un camino hacia la sostenibilidad muy potente y no está estructurado bajo el modelo de Bono. Otro ejemplo es la creación del Fondo de Inversión Sustentable o ASG, donde de una manera muy democrática se pone esa disposición de un usuario individual la decisión de destinar sus activos para tener una rentabilidad y mantener el valor de los mismos, contribuyendo a financiar proyectos sostenibles. Ello hace que estés definiendo de una manera muy concreta hacia dónde querés que vaya tu inversión. Esto es importante porque ya no solamente están involucrados los grandes tomadores, ya no están solamente involucrados las asociaciones civiles, sino que esta involucrado uno como individuo. Y es ahí en donde me parece que esa diversificación es también lo que lo que va a ser cada vez más potente.


¿Qué desafíos presentan las inversiones de impacto?

Uno de los grandes desafíos es el tener taxonomías claras, una agenda común en el que esté claramente establecido qué es y qué no es verde. Hoy hay lineamientos para los bonos pero no hay lineamientos para otro tipo de instrumentos. Eso simplificaría el tamiz que tiene que pasar un proyecto para ser definido como sostenible, y evitaría entrar en una discusión de “verde claro” y “verde oscuro” para no caer  en un greenwashing. Por eso, el desafío de tener una taxonomía en Argentina me parece que es clave.

Hay ámbitos en donde lo estamos empezando a trabajar, como la Mesa del Protocolo de Finanzas Sostenibles. Pero me parece que hay todavía un camino para seguir conversando en mesas de trabajo público-privadas y colaborativas entre distintos actores para establecer las bases de entendimiento de cuál es la letra chica del del financiamiento verde sostenible.


¿Qué desafíos presenta la inclusión financiera?

La agenda de inclusión financiera es una agenda apasionante y absolutamente necesaria, que ha sido  facilitada y acompañada por todo lo que es la digitalización y las nuevas tecnologías, que generan una mayor inclusión financiera.

Pero me parece que tan importante como el desafío de la inclusión financiera es la educación financiera. Porque una inclusión financiera sin educación financiera hace que pierda sentido esa inclusión. Porque cuando hablamos de inclusión no hablamos solamente de acceso sino que hablamos de uso, y un acceso sin conocimiento es un acceso sin uso.

Entonces el desafío es cómo capitalizar esas mismas herramientas tecnológicas que acercan a un público no bancarizado, o fuera del sistema financiero, a aprender sobre el mejor uso de las oportunidades que esa inclusión financiera ofrece.


¿Qué otros desafíos observa?

Una de las cuestiones que me parece importante en todo esto es la transparencia. Cuanta más claridad, más medición, más disclosure de la información tengamos, va a servir no solo para generar en el otro un efecto contagio, sino que también va a generar una responsabilidad en términos de transparencia, en base a lo que el cliente y la comunidad esperan del sistema financiero.

Porque creo que tenemos que salir de esa conversación chiquita entre nosotros los especialistas, donde muchas veces pasa que hacemos un gran esfuerzo para medir y termina en que no nos cree nadie. Y en esta construcción de capital social son clave la transparencia y la rendición de cuentas. Son imprescindibles para la gestión de cualquier empresa, y son aún más imprescindibles para el sistema financiero. Porque la agenda de las finanzas sostenibles, la agenda de la descarbonización, la agenda del cambio climático, la agenda de los lineamientos internacionales, va haciendo que todo sea más sofisticado pero también más difícil de entender. Y lo peor que nos puede pasar es querer capitalizar el uso de estos instrumentos con una lente de sostenibilidad para que nadie entienda de qué va el tema.

Por eso hay que convertir todo esto, a partir de la transparencia, en algo que sea fácil de entender y que sea creíble para el público en general. Porque estamos entre exigencias para ser más sofisticados por la rigurosidad, eso es transparencia, pero también tenemos que hacer que esa sofisticación sea entendida y valorada. Porque, en definitiva, es aquel para el que se hace esta  transformación.

En cambio, si se sigue convirtiendo en un lenguaje de expertos para expertos, y dejás a todo el mundo afuera, no sé hasta qué punto vale la pena. Por eso, no perdamos de vista de la necesidad de la transparencia, que es clave, pero hagamos esa transparencia accesible.

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