GDFE realizó su jornada anual invitando a pensar una nueva economía para el bien común

07.11.2018 | Comunidad

El viernes 26 de octubre de 2018 el Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE) realizó su evento más importante del año con el objetivo de “repensar el rol de las instituciones en la sociedad”. “Ni mayores proteccionismos ni una apertura total del mercado, sino una economía más humana, responsable y ética es lo que cambiará al mundo”, fue una de las conclusiones de la XVI Jornada Anual del GDFE. Además, se planteó la necesidad urgente de un cambio de paradigma basado en la sustentabilidad, frente a un consumismo creciente, la proliferación de ciudades cada vez más alienantes y el combate a la pobreza.


Estado, empresas y sociedad civil fueron invitadas a indagar cómo contribuyen al bien público. El austríaco Christian Felber, líder de la Economía del Bien Común; la canadiense Joey Adler, con su visión unificadora de la filantropía y los negocios y el argentino Rubén Pesci, fundador del Foro Latinoamericano de Ciencias Ambientales, fueron los principales oradores.

En el encuentro, el GDFE llevó adelante una propuesta en la que reconoce cómo la agenda de la Inversión Social Privada y la sustentabilidad lograron instalarse con fuerza en nuestro país. “Sin embargo, hoy es necesario lograr mayor escala y velocidad, frente a los desafíos sociales que enfrentamos como colectivo”, señaló María Julia Díaz Ardaya, presidente del GDFE, en la apertura.

Hubo una idea que atravesó todo el encuentro y cada una de las ponencias: cómo propender al bien común, como fin último de toda organización, más allá de su misión particular. No basta con promover que cada actor haga “lo suyo” de la mejor manera posible, “como si la suma de las individualidades resultara en un bienestar general, sino que hay que repensarse según el modo en que articulamos para el bien del conjunto”, indicó Javier García Moritán, director ejecutivo del Grupo.

En otras palabras, el GDFE invitó a repensarse desde una mirada integral: “una nueva universitas”. Desde esa totalidad se puede entender que no basta con que el Estado sea el único y exclusivo garante de lo público, que las empresas creen riqueza o dinamicen la economía y las ONGs impulsen las causas que ni el Estado ni el mercado resuelven. Sino más bien, como señaló Rubén Pesci, entender la sustentabilidad como la “inteligencia del bien común” hace que nadie pueda desligarse de “la necesidad de hacer frente a un consumismo irresponsable, el agotamiento de los recursos naturales y el cambio climático, ciudades cada vez más alienantes y excluyentes, el aumento de la pobreza y una creciente violencia”.

La voz de una nueva economía

Dado el propósito del GDFE de contribuir al fortalecimiento de la ciudadanía y a una sociedad más equitativa, la reflexión sobre una nueva economía que ponga a la persona humana en el centro se vuelve un asunto insoslayable.

De allí que el austríaco Christian Felber, tuvo un lugar central en el evento, al presentar su Economía del Bien Común como una alternativa real al capitalismo y al socialismo. Según este profesor de 45 años de la Universidad de Viena, apoyado en su estudio de la macroeconomía y las constituciones nacionales de los países democráticos, la búsqueda de la rentabilidad, de las utilidades, del dinero, como fin último de la economía, es la perversión del sistema.

Para Felber, el dinero no es más que el medio para “satisfacer las necesidades humanas”. Por tanto, como el fin último de la economía es el bien común, promueve un sistema en donde todas las instituciones puedan presentar ya no solo un balance de estados contables a partir de los cuales se establezcan los impuestos a tributar, sino un “balance del bien común”, que reemplace al primero. En su modelo propuesto, según su performance, las empresas que puedan demostrar que contribuyen de manera integral a la sociedad, gozarán de beneficios legales y fiscales, mayor acceso a crédito, entre otros incentivos regulatorios.

¿De quién es el rol del del bien público en una institución?

En la apertura de la Jornada, Díaz Ardaya se preguntaba de quién es el rol de integrar el bien público en el día a día de una institución. En una empresa, por ejemplo ¿es de la persona que se ocupa de ética y compliance?¿es de quien tiene a cargo la RSE? ¿O es una tarea de todos? y propuso la asunción de una integridad con mayúsculas y sin excusas, para que el sector privado pueda hacer su verdadera contribución.

En esa línea Joey Adler, reconocida como una de las mujeres más influyentes de Canadá, ex CEO de Diesel y creadora de la Fundación ONEXONE, destacó el rol de las personas como agentes de cambio para una sociedad más humana. Adler movilizó a los presentes con un testimonio personal que la llevó a proponerse “aliviar el estrés” de sus equipos de trabajo en la empresa y a despertar el potencial humano de cada una de las personas que la rodeaban, yendo uno por uno.  Adler se ha convertido en una líder humanitaria que hoy no ve posible pensar en negocios que no vayan de la mano de su impacto ético, social y ambiental. Desarrolla modelos comercial y financieramente viables que integran cadenas de valor globales con foco en el impacto social positivo y la tecnología, y procesos productivos virtuosos pensados desde la sustentabilidad.

Desde esa mirada sobre el valor irreductible de cada persona, también compartió una reflexión para empoderar a quiénes se sienten llamados a ser líderes de cambio dentro de sus organizaciones, líderes para el bien común.

De la mano de esta XVI Jornada Anual, el GDFE seguirá trabajando en las tres dimensiones del encuentro: el diagnóstico y el estudio sobre la realidad sobre la que se desea intervenir, la capacidad de transformación de las instituciones cuando identifican el bien público como su fin esencial y cómo las personas, formadas y acompañadas, pueden impulsar las trasformaciones necesarias, aunque no siempre cuenten con el contexto más favorable para ello.

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