Lo que la COP30 de Belém dejó para la sociedad civil
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP30) concluyó en Belém con un resultado agridulce. Si bien la falta de consenso gubernamental impidió un acuerdo firme sobre la eliminación de los combustibles fósiles, la sociedad civil y los actores no estatales lograron incidir en la agenda social. La cumbre registró la mayor participación indígena de su historia, ejerciendo una presión significativa. Como resultado tangible, se estableció el Mecanismo de Transición Justa, el cual incorporó lenguaje explícito sobre Derechos Humanos y Derechos Laborales, un avance impulsado directamente por las demandas de equidad de las organizaciones sociales en el corazón de la Amazonía.
El contrapunto al estancamiento en las salas de negociación fue la masiva movilización en las calles de Belém. Liderados por la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), miles de activistas y comunidades de primera línea se manifestaron exigiendo una acción climática ambiciosa. Esta presión social fue el motor que impidió que las negociaciones se cerraran sin ningún avance significativo para la agenda de equidad.
Organizaciones como WWF y Greenpeace señalaron que el texto final careció de la ambición necesaria, especialmente al omitir un plan de acción para poner fin al uso de combustibles fósiles, demostrando que los intereses geopolíticos aún tienen un peso dominante. No obstante, el activismo consiguió que los gobiernos, fuera del texto formal, se comprometieran a un nuevo impulso en las hojas de ruta de descarbonización.
Victoria social: El Mecanismo de Transición Justa de Belém
El principal logro social de la COP30 fue el establecimiento del Mecanismo de Transición Justa, un resultado directamente atribuible a la insistencia de la sociedad civil y los sindicatos. Este mecanismo representa un proceso claro para avanzar en una transición justa, e incluye, por primera vez, un lenguaje claro sobre:
- Derechos Humanos
- Derechos Laborales
- Empoderamiento de las Mujeres
Este enfoque en la justicia social es vital para organizaciones como Friends of the Earth, que buscan garantizar que la lucha climática no profundice las desigualdades preexistentes.
Además, la cumbre reconoció como nunca antes el papel de los Pueblos Indígenas y las Comunidades Locales en la protección de la naturaleza y los bosques tropicales.
El Camino a Seguir para los Actores No Estatales
La COP30 reforzó la idea de que la acción climática se ha expandido más allá de los gobiernos nacionales. El World Resources Institute (WRI) destacó que se observaron avances en la acción de los actores no estatales, incluyendo un impulso significativo para la agenda urbana, con miles de ciudades, estados y regiones comprometiéndose con soluciones climáticas.
El desafío para la sociedad civil en adelante es doble: primero, mantener la presión sobre gobiernos y corporaciones para que concreten los compromisos de financiación y adaptación; y segundo, monitorear activamente el Mecanismo de Transición Justa para asegurar que sus principios de equidad se traduzcan en políticas públicas reales. La Amazonía confirmó que, a pesar de los obstáculos, la presión ciudadana es la fuerza más poderosa para asegurar una respuesta global justa a la crisis climática.
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