Los desafíos de la agricultura para alcanzar la seguridad alimentaria

24.02.2017 | Alimentos

Un nuevo informe de la FAO advierte que, sin medidas adicionales ni un uso adecuado de los recursos, no se alcanzará la meta de acabar con el hambre en 2030.


La capacidad futura de la humanidad para alimentarse está en peligro a causa de la creciente presión sobre los recursos naturales, el aumento de la desigualdad y los efectos del cambio climático, según un nuevo informe que publica por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Aunque en los últimos 30 años se han logrado avances reales y muy importantes en la reducción del hambre en el mundo, “el aumento de la producción alimentaria y el crecimiento económico tienen a menudo un alto costo para el medio ambiente”, advierte el documento “El futuro de la alimentación y la agricultura: tendencias y desafíos”.

“Casi la mitad de los bosques que en tiempos cubrieron la Tierra –se asegura- han desaparecido. Las fuentes de agua subterránea se están agotando rápidamente. La biodiversidad ha resultado seriamente dañada”.

Como consecuencia, “los límites del planeta pueden verse superados de continuar las tendencias actuales”, señala el Director General de la FAO, José Graziano da Silva, en su introducción al informe.

Para 2050, la humanidad rozará posiblemente los 10 000 millones de personas. En un escenario de crecimiento económico moderado, este aumento de población impulsará la demanda mundial de productos agrícolas en un 50 por ciento más sobre los niveles actuales, según pronostica El futuro de la alimentación y la agricultura, intensificando la presión sobre unos recursos naturales que ya escasean.

Al mismo tiempo, habrá más personas consumiendo menos cereales y mayores cantidades de carne, frutas, hortalizas y alimentos procesados, resultado de una transición en curso de los hábitos alimentarios a nivel global que seguirá añadiendo mayor presión, lo que causará más deforestación, degradación de la tierra y emisiones de gases de efecto invernadero.

Junto a estas tendencias, el clima cambiante del planeta creará obstáculos adicionales. “El cambio climático afectará a todos los aspectos de la producción alimentaria”, según los expertos. Aquí se incluyen una mayor variabilidad de las lluvias y el aumento de la frecuencia de sequías e inundaciones.

Sin un impulso por invertir y readaptar los sistemas alimentarios, demasiadas personas seguirán padeciendo hambre en 2030, año en el que la agenda de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ha fijado la erradicación de la inseguridad alimentaria y la malnutrición crónica.

Según la FAO, los sistemas alimentarios del planeta son capaces de producir alimentos suficientes para hacerlo, y de manera sostenible, pero aprovechar ese potencial -y asegurar que toda la humanidad se beneficie de ello- requerirá “profundas transformaciones”.

El crecimiento de los rendimientos se está estabilizando para los principales cultivos. Desde la década de 1990, los aumentos medios en los rendimientos del maíz, arroz y trigo a nivel mundial se sitúan por lo general poco por encima del 1% anual. Dado el escaso margen para expandir el uso agrícola de más tierras y recursos hídricos, los aumentos de la producción necesarios para satisfacer la creciente demanda de alimentos tendrán que venir principalmente de mejoras en la productividad y de la eficiencia en el uso de los recursos.

El principal reto es producir más con menos, preservando y mejorando al tiempo los medios de subsistencia de los pequeños agricultores familiares y asegurando el acceso de los más vulnerables a los alimentos. Para ello, se necesita un enfoque de doble vía que combine la inversión en protección social -para abordar de inmediato la subalimentación- e inversiones en actividades productivas en favor de los pobres -en especial la agricultura y en las economías rurales- para aumentar de forma sostenible sus oportunidades de obtener ingresos.

El mundo tendrá que cambiar a sistemas alimentarios más sostenibles que hagan un uso más eficiente de la tierra, el agua y otros insumos y reduzca enormemente el uso de combustibles fósiles, lo que conducirá a un drástico recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero, y una disminución de los residuos. Esto exigirá más inversiones en sistemas agrícolas y agroalimentarios, así como un mayor gasto en investigación y desarrollo, según el informe, para promover la innovación, apoyar el aumento sostenible de la producción y encontrar formas mejores de abordar cuestiones como la escasez de agua y el cambio climático.

El informe identifica 15 tendencias y 10 desafíos de los sistemas alimentarios mundiales:

• Una población mundial en rápida expansión marcada por “puntos críticos” de crecimiento, urbanización y envejecimiento

• Diversas tendencias en el crecimiento económico, ingresos familiares, inversión agrícola y desigualdad económica.

• Gran incremento de la competencia por los recursos naturales

• Cambio climático

• Estancamiento de la productividad agrícola

• Enfermedades transfronterizas

• Aumento de conflictos, crisis y desastres naturales

• Pobreza, desigualdad e inseguridad alimentaria persistentes

• Transición alimentaria que afecta a la nutrición y la salud

• Cambios estructurales en los sistemas económicos e implicaciones en el empleo

• Aumento de la migración

• Cambios en los sistemas alimentarios y sus repercusiones en los medios de subsistencia de los agricultores

• Persistencia de las pérdidas y el desperdicio de alimentos

• Nuevos mecanismos de gobernanza internacional para responder a los problemas de seguridad alimentaria y nutricional

• Cambios en la financiación internacional para el desarrollo

Para finalizar nombran los siguientes desafíos:

• Mejora sostenible de la productividad agrícola para satisfacer la creciente demanda

• Garantizar una base sostenible de recursos naturales

• Abordar el cambio climático y la intensificación de las amenazas naturales

• Erradicar la pobreza extrema y reducir la desigualdad

• Acabar con el hambre y todas las formas de malnutrición

• Hacer que los sistemas alimentarios sean más eficientes, inclusivos y resilientes

• Mejorar las oportunidades de obtener ingresos en las zonas rurales y abordar las causas profundas de la migración

• Reforzar la resiliencia frente a las crisis prolongadas, desastres y conflictos

• Prevenir amenazas transfronterizas y emergentes para los sistemas agrícolas y alimentarios

• Abordar la necesidad de una gobernanza nacional e internacional coherente y eficaz.

 

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