¿Alcanzan las energías renovables?

26.08.2011 | Destacadas

En entrevista con AméricaEnergía, la investigadora del instituto World Watch, con sede en Washington, Janet Sawin, explica por qué las fuentes renovables aún no despegan definitivamente en la región. ¿Cómo integrar las fuentes renovables a la actual oferta energética de la región? Este es el gran interrogante que surge tras revisar las conclusiones del último estudio de World Watch Institute. De acuerdo al informe de la organización con sede en Washington, de los más de 15.000 megawatts (MW) de energía eólica que se instalaron en el mundo en 2006, sólo 296 corresponden a América Latina.


 

Una cifra nada de alentadora y que, según la investigadora senior de la entidad, Janet Sawin, en entrevista con AméricaEnergía, no podrá revertirse mientras "Latinoamérica siga viendo a las renovables como sinónimo de escaso avance tecnológico y desarrollo en pequeña escala".
Daniela Cid Mayorga, Santiago.
- Según su investigación, 15.200 megawatts de nuevas turbinas eólicas fueron instaladas en todo el mundo en el último año. ¿Cuántos de estos nuevos megawatts corresponden a América Latina?
En América Latina se instalaron 296 megawatts (MW) de energía eólica en 2006. De ellos, 208 MW corresponden a Brasil, 85 MW a México; y tres MW a Costa Rica. Con estos resultados, América Latina y El Caribe unidos aparecen ahora con un total de 508 MW de capacidad eólica instalada. 
- Su análisis también menciona que la capacidad de generación eólica crecerá rápidamente en países, como Australia, Brasil, Canadá, Francia y Portugal. ¿Siguen los países latinoamericanos esta tendencia?
En general, diría que sólo se aprecia un pequeño desarrollo en esta región del mundo, particularmente, si se le compara con América del Norte, Europa y gran parte de Asia. En este sentido, destacaría a México, donde hay un significativo potencial energético, pero aún falta un marco regulatorio. Por esta razón, sólo Brasil aparece como el punto brillante de la región, con un alto crecimiento de proyectos eólicos que obedecen, más que nada, al apoyo de instituciones gubernamentales como ProInfa y su política de promoción al desarrollo de energía eólica, biomasa e hidroelectricidad.
Si bien esta iniciativa ha fallado en generar un número más grande de proyectos eólicos por falta de equipamiento y financiamiento, esta situación podría comenzar a cambiar muy pronto porque en este momento hay más de 5.000 MW de proyectos en vías de ser desarrollados, según datos del Consejo Global de Energía Eólica. Además, hay que considerar que Brasil tiene un enorme potencial, con 143.000 MW que aún faltan por explotar, principalmente en las zonas noreste, sur y sureste de ese país.
- ¿Cuál es su opinión acerca de la necesidad de establecer marcos regulatorios que apoyen el desarrollo del potencial eólico y otras formas de energía renovable en América Latina?
Me parece que políticas firmes, consistentes y de largo plazo para promover la energía eólica y otras fuentes renovables, son claves tanto para crear mercados que puedan ayudar al real desarrollo de las fuentes alternativas, como para superar barreras de altos costos, infraestructura construida sólo para el desarrollo de tecnologías asociadas a energías fósiles y, naturalmente, falta de conocimiento sobre energías renovables, su potencial, y sobre cómo ellas pueden integrarse a la oferta de generación eléctrica que hoy existe.
-¿Qué debiera hacer América Latina para integrar a las energías renovables en su sistema energético?
Creo que más que un problema de estructura, en Latinoamérica falta conocer mejor cómo operan las energías renovables y cómo integrarlas en el sistema energético porque se las sigue considerando como sinónimo de escaso avance tecnológico y de desarrollo en pequeña escala. Sin embargo, mientras se siga con esta percepción, las renovables nunca podrán representar una parte relevante de la oferta energética en la región. Aun considerando que las tecnologías que se han creado para desarrollarlas son muy avanzadas y que su potencial de generación es, por esta razón, enorme.
Otro punto es que los sectores de electricidad y de energía fósil consideran que la energía eólica y la solar no pueden proveer más que una pequeña parte de la oferta energética que la región necesita porque su potencial es intermitente, es decir, fuentes como el viento no suelen soplar todo el tiempo en forma constante y eso implica que debe contarse con un apoyo de generación eléctrica para casos de emergencia. Pero numerosos estudios en EE.UU. y en otros lugares del mundo han demostrado que, incluso sin almacenamiento, es posible que la energía eólica pueda representar más del 30% de la capacidad eléctrica de este país. 
- Acerca de los costos para generar energía eólica, ¿en cuánto han disminuido en las últimas décadas?
Desde el principio de la década del 80 hasta hoy, los costos de la energía eólica han disminuido entre 12% y 18%. En EE.UU., por ejemplo, el precio del kilowatt hora a partir de energía eólica, ha bajado de US$ 0,46 a sólo US$ 0,05 en 20 años. Sin embargo, muchas de las fuentes alternativas aún son más caras que las tecnologías convencionales porque estas se han beneficiado de subsidios gubernamentales durante décadas. Además, los precios de la electricidad y de otras formas de energía generalmente no incorporan los costos económicos, sociales y de seguridad asociados a su uso, una situación que deja a las renovables en evidente desventaja.
En este sentido, mis expectativas para América Latina son que, independientemente de los actuales costos para generar electricidad a partir de energía eólica, estos comenzarán a declinar cuando los países de la región se preocupen de desarrollar sus propias industrias y mercados. Pero como dije anteriormente, el marco regulatorio necesario para apoyar las energías renovables es una tarea aún pendiente.

Una cifra nada de alentadora y que, según la investigadora senior de la entidad, Janet Sawin, en entrevista con AméricaEnergía, no podrá revertirse mientras "Latinoamérica siga viendo a las renovables como sinónimo de escaso avance tecnológico y desarrollo en pequeña escala".

Daniela Cid Mayorga, Santiago.
- Según su investigación, 15.200 megawatts de nuevas turbinas eólicas fueron instaladas en todo el mundo en el último año. ¿Cuántos de estos nuevos megawatts corresponden a América Latina?
En América Latina se instalaron 296 megawatts (MW) de energía eólica en 2006. De ellos, 208 MW corresponden a Brasil, 85 MW a México; y tres MW a Costa Rica. Con estos resultados, América Latina y El Caribe unidos aparecen ahora con un total de 508 MW de capacidad eólica instalada. 
- Su análisis también menciona que la capacidad de generación eólica crecerá rápidamente en países, como Australia, Brasil, Canadá, Francia y Portugal. ¿Siguen los países latinoamericanos esta tendencia?

En general, diría que sólo se aprecia un pequeño desarrollo en esta región del mundo, particularmente, si se le compara con América del Norte, Europa y gran parte de Asia. En este sentido, destacaría a México, donde hay un significativo potencial energético, pero aún falta un marco regulatorio. Por esta razón, sólo Brasil aparece como el punto brillante de la región, con un alto crecimiento de proyectos eólicos que obedecen, más que nada, al apoyo de instituciones gubernamentales como ProInfa y su política de promoción al desarrollo de energía eólica, biomasa e hidroelectricidad.
Si bien esta iniciativa ha fallado en generar un número más grande de proyectos eólicos por falta de equipamiento y financiamiento, esta situación podría comenzar a cambiar muy pronto porque en este momento hay más de 5.000 MW de proyectos en vías de ser desarrollados, según datos del Consejo Global de Energía Eólica. Además, hay que considerar que Brasil tiene un enorme potencial, con 143.000 MW que aún faltan por explotar, principalmente en las zonas noreste, sur y sureste de ese país.

- ¿Cuál es su opinión acerca de la necesidad de establecer marcos regulatorios que apoyen el desarrollo del potencial eólico y otras formas de energía renovable en América Latina?
Me parece que políticas firmes, consistentes y de largo plazo para promover la energía eólica y otras fuentes renovables, son claves tanto para crear mercados que puedan ayudar al real desarrollo de las fuentes alternativas, como para superar barreras de altos costos, infraestructura construida sólo para el desarrollo de tecnologías asociadas a energías fósiles y, naturalmente, falta de conocimiento sobre energías renovables, su potencial, y sobre cómo ellas pueden integrarse a la oferta de generación eléctrica que hoy existe.

-¿Qué debiera hacer América Latina para integrar a las energías renovables en su sistema energético?
Creo que más que un problema de estructura, en Latinoamérica falta conocer mejor cómo operan las energías renovables y cómo integrarlas en el sistema energético porque se las sigue considerando como sinónimo de escaso avance tecnológico y de desarrollo en pequeña escala. Sin embargo, mientras se siga con esta percepción, las renovables nunca podrán representar una parte relevante de la oferta energética en la región. Aun considerando que las tecnologías que se han creado para desarrollarlas son muy avanzadas y que su potencial de generación es, por esta razón, enorme.
Otro punto es que los sectores de electricidad y de energía fósil consideran que la energía eólica y la solar no pueden proveer más que una pequeña parte de la oferta energética que la región necesita porque su potencial es intermitente, es decir, fuentes como el viento no suelen soplar todo el tiempo en forma constante y eso implica que debe contarse con un apoyo de generación eléctrica para casos de emergencia. Pero numerosos estudios en EE.UU. y en otros lugares del mundo han demostrado que, incluso sin almacenamiento, es posible que la energía eólica pueda representar más del 30% de la capacidad eléctrica de este país. 

- Acerca de los costos para generar energía eólica, ¿en cuánto han disminuido en las últimas décadas?
Desde el principio de la década del 80 hasta hoy, los costos de la energía eólica han disminuido entre 12% y 18%. En EE.UU., por ejemplo, el precio del kilowatt hora a partir de energía eólica, ha bajado de US$ 0,46 a sólo US$ 0,05 en 20 años. Sin embargo, muchas de las fuentes alternativas aún son más caras que las tecnologías convencionales porque estas se han beneficiado de subsidios gubernamentales durante décadas. Además, los precios de la electricidad y de otras formas de energía generalmente no incorporan los costos económicos, sociales y de seguridad asociados a su uso, una situación que deja a las renovables en evidente desventaja.
En este sentido, mis expectativas para América Latina son que, independientemente de los actuales costos para generar electricidad a partir de energía eólica, estos comenzarán a declinar cuando los países de la región se preocupen de desarrollar sus propias industrias y mercados. Pero como dije anteriormente, el marco regulatorio necesario para apoyar las energías renovables es una tarea aún pendiente.