“Monetizar el impacto ambiental de Natura significó hablar el mismo idioma de los negocios”

26.09.2018 | Entrevistas

Luciana Villa Nova, Gerente de Sustentabilidad de Natura Brasil, estuvo en Buenos Aires esta semana para participar del Sustainable Brands y conversó con ComunicaRSE sobre el proyecto de compensación de carbono lanzado a mediados de año junto a Itaú Unibanco. Villa Nova fue la cabeza detrás de la idea de monetizar los impactos ambientales de la empresa y nos cuenta cómo evolucionó esta idea desde la valorización de los servicios ambientales hacia los impactos sociales. 


Desde hace unos años que Natura viene monetizando el impacto de las externalidades ambientales, ¿cómo ha evolucionado esta forma de calcular un valor económico de los servicios ecosistémicos?

“Seis años atrás yo estuve a cargo de la idea de iniciar la valorización de los impactos ambientales. En aquel momento buscábamos ayudar a la alta dirección a tomar decisiones de negocio que tengan en cuenta los impactos ambientales. El objetivo era monetizar el impacto positivo y negativo que Natura generaba en el ambiente. Creemos que este paso era muy importante porque los costos ambientales de producir un producto son pagados por la sociedad, y hasta el momento esto no se tomaba en cuenta, es decir no se veían estos costos ocultos.

Así comenzamos calculando la cantidad de agua consumida, el suelo utilizado para nuestros principios activos vegetales, las emisiones generadas, entre otras variables. Lo hicimos durante dos años y logramos calcular un número global que comparamos con nuestras utilidades, nuestro lucro líquido, y detectamos cuál era nuestro lucro negativo ambiental.
La metodología utilizada para estas mediciones fue muy difícil de lograr porque no existían indicadores y estudios que puedan medir el impacto en la biodiversidad,  aún hoy hay muy pocos avances en este sentido. Así fue como presionamos a la empresa para que construyamos nuestra propia metodología. Este cálculo se realiza ahora todos los años para influenciar la planificación estratégica. Con el paso del tiempo hemos ido viendo que en muchos programas estratégicos tenemos un impacto monetario positivo sobre el ambiente. Por ejemplo, cuando compramos un activo de la biodiversidad amazónica bajo criterios sustentables tenemos un alto impacto económico positivo en el ambiente. Esto compensa nuestro impacto económico negativo derivado de nuestras emisiones de carbono.

La novedad de este año es que estamos comenzando a evaluar y medir los impactos sociales negativos y positivos y monetizándolos.

La idea de monetizar los impactos sociales es entregar a las gerencias de la empresa un cálculo que entiendan y que exprese los esfuerzos realizados por Natura. Estamos buscando hablar el mismo idioma de los negocios porque hasta ahora cuando hablábamos de que nuestro producto generaba tal cantidad de emisiones de carbono no se percibía el verdadero impacto detrás de esta frase. Ahora hablamos que un producto tiene un lucro positivo y negativo. Este cálculo se realiza en todo el ciclo de vida del producto.

¿Cuáles considera que son los principales desafíos de América Latina en relación a la economía circular?

“El principio de Economía Circular es muy importante para nosotros y se propone pensar la sostenibilidad desde la etapa de diseño hasta el fin de la vida útil del producto.
Hace más de 20 años iniciamos la campaña de repuestos para introducir el concepto de reciclaje cuando aún no se conocía mucho el término. Luego lanzamos un movimiento de impacto positivo a partir de nuestra visión 2014-2020 que se comprometía a reducir la cantidad de residuos a partir de un concepto de embalaje ecoeficiente. Nuestras metas buscan por lo menos utilizar 50% menos de plástico y 50% de material reciclado post consumo o de origen vegetal, lo que se conoce como plástico verde. Para lograrlo trabajamos con nuestro equipo de desarrollo de producto para cambiar la forma en que diseñamos nuestro catálogo. Nuestro primer desafío era lograr convencer y sensibilizar al consumidor de que puede reutilizar el envase y cambiar por estos nuevos repuestos sin tener que pagar más. Nuestro segundo desafío fue involucrar a nuestros proveedores de packaging a partir del Programa “Hilos” para promover la sustentabilidad. El programa también involucra a los recicladores para avanzar en el perfil social del reciclaje. También participamos de un cluster de empresas en Brasil para aplicar la nueva Ley de residuos del país que propone una meta del 22% para nuestra industria. Nuestra meta es aún más agresiva que la de gobierno, nosotros queremos lograr un 50% de producto reciclado de cara a 2020. Creemos que hay un impulso de los consumidores de la marca para lograr esta meta que nos ayudará a impulsar la economía circular en un mercado con muchos desafíos. Algunos de estos desafíos son la falta de tecnología para transformar el PET reciclado en un valor para la industria; la informalidad en el mundo del reciclaje; la falta de información de parte de los consumidores sobre su rol en este proceso; y la deficiencia de los gobiernos que aún no tienen sistemas instalados de logística reversa. Para superar estos desafíos es importante que las empresas unan fuerzas y en Brasil vamos por este camino porque se están formando redes y mesas de trabajo para articular actores”.

Este año lanzaron un proyecto de compensación de carbono junto a Itaú Unibanco, ¿en qué consiste este proyecto y cuál es su impacto en la estrategia de la empresa?

El objetivo es encontrar empresas que quieran apoyar proyectos sustentables que las ayuden a compensar sus emisiones. Buscamos articular empresas y generar una base de proyectos sociales y ambientales disponibles para los interesados.

Además, Natura por primera vez lanzó un proyecto de pago por servicios ambientales dentro de la propia cadena de producción -práctica conocida como “Carbon Insetting”.  Se trata de un proyecto que busca pagar por los Servicios Ambientales y remunera a las comunidades no sólo por la compra de insumos y distribución de beneficios, sino también por la conservación ambiental. Esto quiere decir que durante 25 años las comunidades tendrán un ingreso extra para garantizar la conservación de la biodiversidad. Al principio se reían de nosotros porque decían que íbamos a pagar por el aire, porque conservar un árbol vale más vivo que talado.

Entrevista: María Julia Arana

 

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