En la actualidad los programas corporativos de cumplimiento normativo (o compliance) han evolucionado para convertirse en sofisticados programas de integridad que tienen un carácter proactivo y preventivo, buscando construir una cultura ética organizacional comprehensiva. Con la mirada puesta en el futuro, buscan allanar el camino para que la empresa potencie sus capacidades “éticas”, desarrollándolas a través del motor de la integridad y solidez reputacional insertas en sus políticas y acciones respectivas. Ante este nuevo enfoque, la comunicación corporativa externa se presenta como una aliada, extendiendo la influencia del primero antes los diversos stakeholders y otros actores que forman parte de su entorno y ayudando a construir una imagen organizacional de integridad, transparencia y alta reputación.