Para CEPAL la igualdad de género y autonomía de las mujeres deben estar en la base del nuevo modelo de desarrollo de la región

30.01.2020 | Diversidad

Los países de América Latina y el Caribe deben acelerar el cumplimiento de los compromisos asumidos por los Gobiernos para el logro de la igualdad de género y la autonomía de las mujeres en la región, en el marco del complejo contexto económico actual y teniendo en cuenta los múltiples desafíos que plantean las transformaciones tecnológicas, demográficas y climáticas en curso, sostiene la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en una nueva publicación.


Las desigualdades de género son un obstáculo para el desarrollo sostenible, y los cambios en el escenario que enfrenta la región son una manifestación de la urgencia de avanzar decididamente hacia estilos de desarrollo que contemplen en sus cimientos la igualdad de género y la autonomía de las mujeres, así como la garantía de los derechos de todas las personas sin excepción”, señala la CEPAL en el documento La autonomía de las mujeres en escenarios económicos cambiantes.

La región está creciendo menos, a la vez que se incrementan las desigualdades y la pobreza aumenta. Esto plantea una situación compleja en lo que respecta al gasto social y, sobre todo, a las políticas que repercuten en la vida de las mujeres, indica el informe que será presentado oficialmente por Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva del organismo regional, durante la XIV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, que se celebra del 27 al 31 de enero de 2020 en Santiago, Chile.

En sus más de 200 páginas, el informe reconoce importantes avances en materia de igualdad de género y autonomía de las mujeres en la región. Se ha progresado especialmente en lo referente a los marcos normativos e institucionales para el diseño e implementación de políticas en las tres dimensiones de la autonomía de las mujeres: física, económica y en la toma de decisiones. Pero persisten diversos nudos estructurales que es necesario desatar, apunta la Comisión.

El número de mujeres sin ingresos propios se redujo del 41,0% en 2002 al 27,5% en 2018, sin embargo, este último porcentaje sigue siendo superior al de los hombres en la misma situación (13,1%). Esto implica que cerca de un tercio de las mujeres de la región depende totalmente de otros para su subsistencia, lo que se suma al hecho de que están sobrerrepresentadas en la población en situación de pobreza: el promedio regional del índice de feminidad de los hogares en situación de pobreza (que incluye a 18 países) subió de 105 mujeres por cada 100 hombres en 2002 a 113 mujeres por cada 100 hombres en 2018.

Por el contrario, el documento señala que las mujeres están subrepresentadas en los campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, lo que limita sus posibilidades de una mejor inserción económica, y, en un contexto global de creciente expansión y volatilidad de los mercados financieros, persisten condiciones desfavorables de acceso al crédito para ellas. El monto total de crédito vigente de las mujeres equivale a un 57% del monto de los hombres en el caso de Chile, a un 67% en el caso de Costa Rica y a un 59% en el caso de Guatemala.

La automatización, apunta el estudio, traerá cambios en la organización del trabajo remunerado, afectando principalmente actividades que concentran tareas rutinarias. Se estima que un 50,1% de las mujeres de la región se desempeñan precisamente en trabajos no calificados o de servicios, ocupaciones con alta probabilidad de automatización.

Uno de los nudos estructurales de la desigualdad de género en la región es la división sexual del trabajo y la injusta organización social del cuidado. Las mujeres de la región dedican diariamente el triple del tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados, plantea el documento.  

El informe indica que en América Latina y el Caribe las mujeres son las principales responsables de cubrir las necesidades de cuidado de las personas adultas mayores, en un contexto, además, de feminización de la vejez: por cada 100 hombres de 60 años y más hay 123 mujeres en ese mismo tramo etario, mientras que para el caso de la población de 80 años y más la cifra alcanza 159 mujeres por cada 100 hombres.

Según la CEPAL, es preciso redoblar los esfuerzos para diseñar políticas públicas de igualdad que reconozcan el aporte de las mujeres a la economía a través del trabajo doméstico y de cuidado no remunerados, y que promuevan la corresponsabilidad y una distribución más justa de las cargas de trabajo. Si los Estados no brindan prestaciones y servicios públicos adecuados, las familias, y en particular las mujeres, tendrán que responder de forma individual, cada vez más, a las exigencias de cuidado de las personas mayores, muchas veces a expensas de su participación en el mercado laboral, su bienestar y su realización personal, dice la Comisión.

El informe denuncia, de igual forma, la invisibilización de las mujeres indígenas y afrodescendientes. Por ejemplo, la proporción de mujeres jóvenes afrodescendientes que no estudia ni trabaja de manera remunerada es 2,6 veces superior a la de los jóvenes no afrodescendientes ni indígenas.

Para avanzar hacia el logro de la autonomía y los derechos de las mujeres en el contexto actual, es necesario un abordaje integral y transformador de la política pública. Debe analizarse la interacción entre las políticas macroeconómicas, productivas, de innovación, climáticas y de empleo con las políticas de cuidados, de educación, de migración, de salud y de erradicación de la violencia contra las mujeres, y avanzar para superar estos desafíos de forma conjunta”, propone la CEPAL.

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